Ayer 5 de marzo, Raúl Fuentes publicó un extraordinario artículo en El Nacional: “Un año más sin ti”. Comenzaba Fuentes recordando algunas efemérides de la fecha. Ayer, por ejemplo, se celebró el Día Mundial de la Eficiencia Energética. A principios de la era democrática se celebraba el 5 de marzo como el Día del Campesino, ya que en 1960 Rómulo Betancourt promulgó la Ley de Reforma Agraria (la conmemoración fue oficializada en 1970 por Rafael Caldera). También se solía celebrar que el 5 de marzo de 1911 había nacido en Carúpano Wolfgang Larrazábal, el joven contralmirante que, tras la caída de Marcos Pérez Jiménez, presidió la junta gubernamental de transición hacia la democracia.
Otra importante efemérides de ayer: Fe y Alegría cumplió 62 años, y este aniversario se celebró, según destaca El Nacional, con una gran preocupación: la deserción escolar. Fe y Alegría ha perdido 2.000 alumnos en un año, de ahí el nuevo lema “Ni uno menos”. Noely Aguilar, directora de la red, asegura que la mayor deserción es la de adolescentes entre 13 y 16 años, que salen para buscar trabajo. Además, de la planta de 10.000 profesores, 20% renunció.
Tenemos instituciones educativas que, desde el kínder hasta la universidad, se van quedando como cascarones vacíos, sin alumnos y sin docentes. En el caso de Fe y Alegría, cuando reparamos en que los alumnos se retiran porque tienen que ir a trabajar, hablamos de que están obligados a contribuir urgentemente con el sustento de la familia. En la misma primera página El Nacional informa hoy: “Alimentos y servicios cuestan 104 veces más que hace 5 años. En Enero de 2012 una familia necesitaba Bs 7.970,85 para cubrir la canasta básica. Ahora se requieren Bs 832.259,95, de acuerdo con la medición mensual que hace el Cendas”. Es decir, en la familia todos, absolutamente todos sin importar la edad ni su condición física, tienen que salir a trabajar para garantizar la subsistencia del grupo. Aunque no es trabajar propiamente, sino rasguñar aquí y allá para obtener algún dinero siempre escaso que permita una mínima alimentación.
Ayer, también, se cumplió un año de la masacre de Tumeremo, condenable masacre criminal en la que, como suele ocurrir en esta Venezuela socialista, la justicia poco ha reinado. Y también se cumplieron cuatro años de la llamada “siembra” de Hugo Chávez. Ayer una caricatura de EDO lo resumía todo: “A cuatro años de tu partida nos queda un inmenso vacío”. Lo decía un hombre en un supermercado ante el desolador paisaje de todos los anaqueles vacíos. El desierto, pues, en que se nos ha convertido la vida.
Pero Hugo Chávez no solo nos dejó un país vacío –vacío de salud, de alimentos, de bienes, de seguridad, de educación, de porvenir, de valores, de esperanzas–. Por vía contraria también nos dejó un país lleno de injusticia y de muerte; un país desbordado de delitos, de delincuentes, de corruptos y de miserables. Ese es su legado.
El Nacional