(A Todo Momento) – Nunca la sociedad venezolana estuvo tan desamparada. Es una realidad que impacta al mundo entero, alarmado ante una crisis sin precedentes que comenzó a permear de manera dramática hacia América y Europa, identificando al venezolano del siglo XXI como víctima de una dictadura criminal, pero que al mismo tiempo, también lo es de una dirigencia opositora incompetente y cómplice.
Una de las grandes tragedias en la Venezuela actual es presenciar el concubinato público y escandaloso entre el régimen y parte de la dirigencia opositora.
Debe resultar asombroso para quienes desde el exterior han ejercido acciones sin precedentes contra la dictadura, como el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en conjunto con presidentes en ejercicio del hemisferio, así como de España, Francia, Reino Unido, Alemania y más de 45 países que se plantaron en contra de la ANC.
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De igual manera, el grupo de ex presidentes reunidos en IDEA, en particular, los que estuvieron como veedores en la consulta popular del pasado 16J, cuando la Asamblea Nacional convocó a a ejercer el artículo 350 de la Constitución y desconocer el CNE fraudulento.
Ha sido vergonzoso, por decir lo menos, que los ex presidentes –Pastrana, Fox, Quiroga y Chinchilla– hayan aceptado la invitación de la MUD para participar como testigos de un hecho sin precedentes como el plebiscito y luego pretendan silenciar su reclamo al observar con asombro la inacción cómplice de la AN, y lo que es peor, la voluntad de cohabitar con un régimen corrupto, asesino y fraudulento con miras a las elecciones regionales.
Disidencia opositora
El patético discurso desde el Teatro de Chacao del secretario general de Acción Democrática, el pasado 17 de julio, hablando de elecciones primarias, dejó claro que el concubinato existente persigue mantener la ubre de la cual viven y se financian los partidos políticos: alcaldías y gobernaciones.
Es más que sospechoso que tengan más de una década convirtiendo rotundos éxitos en derrotas estruendosas, incluso un triunfo como el del 6 de diciembre de 2015, sin que se haya cumplido un solo mandato para los que fueron electos los diputados hace casi 2 años.
La vieja política, clientelar, ya desgastada, ve emerger su propia disidencia, como sucede en el chavismo. En ese contexto ubico el contundente mensaje al país y el llamado a la reflexión en la MUD, emitido la semana pasada por el alcalde metropolitano Antonio Ledezma, en el que reclama al liderazgo no haber cobrado la victoria del 16 J, cuando recibió el dictado para conformar un gobierno de unidad nacional.
Ledezma sabía que no aguantarían la pedida de elecciones regionales, ignorando olímpicamente que el organismo electoral que las convoca es el mismo que el pasado 30J acaba de cometer “el fraude electoral más escandaloso de la historia”, por eso hizo un llamado urgente y oportuno, antes que la desesperación en la calle impusiera salidas desconcertantes y aplaudiera irrupciones militares, como las del Fuerte Paramacay, en Valencia.
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Alguien con el coraje y la sindéresis de Ledezma debe canalizar la indignación, impotencia y desesperanza que sentimos los ciudadanos. También se infiere –por sus declaraciones– que el inhabilitado gobernador Capriles Radonski, víctima de acuerdos tras bastidores MUD-PSUV, asumirá más tarde o temprano su disidencia, si continúa exigiendo acciones políticas de mayor envergadura a una protesta que a casi cuatro meses solo ha reportado más de cien inocentes asesinados, miles de heridos y detenidos que no entregaron sus vidas, ni arriesgaron su libertad para que entre gallos y medianoche se llegara a unos acuerdos electorales que el régimen no respetará.