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“Menobre” por: Alfredo Coronil Hartmann

MENOBRE

por: Alfredo Coronil Hartmann

(Redacción A Todo Momento) Las impresiones, las percepciones, las imágenes, que nos hacemos y que guardamos de los seres humanos, resultan muy curiosas, traté a Eduardo Mayobre Machado, desde la adolescencia, estudiamos ambos en Santiago de Chile, continuamos una relación casi intermitente durante su gestión como vice-ministro de Hacienda, supe de sus andanzas internacionales cono Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, leía indeclinablemente sus magníficos artículos en El Nacional. Tuve pues un conocimiento holistico, como lo llamarían ahora del personaje, ya que la palabreja griega está a la mode.

Tuve gran respeto y aprecio, por su fina inteligencia y su agudo humor, fue un ser humano extraordinario. Las últimas conversaciones que tuvimos, fueron en la quinta Pacairigua, sede de la Fundación Rómulo Betancourt, fueron pues pocas y espaciadas, ya que yo tengo años de auto-reclusión en mi vieja casa -dirían los chilenos en la punta del cerro- perdida en la Cordillera de la Costa. Eduardo había estudiado economía y filosofía y de las dos sabía…

Con todo eso, para mi será siempre “Menobre”, Mayobre era su hermano José Antonio. Un ser dulce y cálido, creo haber ejercido con suficiente énfasis mi heterosexualidad, para poder decir sin falso pudor y sin temor a equívocos, que Eduardo inspiraba ternura, para mi será siempre aquel muchacho desgarbado, con aire de despiste, que se auto-invitaba “a la suerte de la olla” a almorzar en mi casa, en la calle Juana de Lestonac, muy cerca de Providencia, en el recoleto Santiago de esos años, llegaba armado con unas flores, quizá recogidas en el camino, para mi mujer y en voz baja me decía “aquí no se trata de la comida, pero se bebe muy bien”. No tengo ni un solo recuerdo desagradable de él, para mi significó la frescura, la inteligencia, la cordialidad, la amistad sin curruñismos. Murió, como merecía, amablemente, podría decirse que ni para morirse molestó. Dios bendiga su alma, en la cual yo -por lo menos- creo.

A sus hijas  mi mejor afecto, tuvieron por padre un hermoso ser humano. Dios las bendiga.

Vía Prensa