El Campamento de la Libertad frente a la ONU colinda con una Caracas vertiginosa, con el estridente repiqueteo de las cornetas del tránsito y muchedumbres que, calle abajo y calle arriba, dan a las aceras una similitud con los caminos de las hormigas.
En pleno asfalto calcinante, al mediodía de la avenida Francisco de Miranda, casi llegando a Altamira, se encadena a un poste de iluminación (junto con otros 120 jóvenes en otros postes), Orán Arturo Gómez, estudiante de 24 años, que estudia Ciencias Audiovisuales y Fotográficas en el Iutirla.
“Llevo tres semanas en el campamento, motivado por la resistencia y porque queremos generar un cambio. Cambiar en el país la inseguridad y la inestabilidad”, expresa el estudiante.
Está recostado del poste, con una bandera tricolor como bufanda, la mirada húmeda y la tez enrojecida por el calor. Gómez asevera que él, y todos los jóvenes de los campamentos, no está de acuerdo con el diálogo entre la oposición y el Gobierno Nacional. “No negociamos con asesinos. Aquí habrá diálogo cuando estén todos los caídos y los presos políticos sentados en la mesa para representarnos”, asegura con contundencia y un brío de indignación en la voz.
Y, ¿Cuál líder político de oposición apoyan? Responde que a ninguno, porque ninguno representa el sentir y la voluntad de la juventud de hoy en día.
“Yo soy de San Agustín, no soy del este, soy un chamo del sector popular y me encadeno para demostrar que los jóvenes no vamos a dejar las calles”, finaliza.