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Ciudad decadente | Carlitos: El GNB asesino de la autopista

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(Redacción A Todo Momento) — José siempre salía de su trabajo en hora pico, entre las 5 y 6 de la tarde; bajaba al estacionamiento de su trabajo y desde ahí observaba la autopista Francisco Fajardo para vigilar el tránsito, depende de la cantidad de autos, él decidía si salía o no de inmediato.

Ese día la autopista estaba completamente colapsada, los carros estaban estacionados en el pavimento y parecía no tener respiro el tráfico. José observó su cuenta de Twitter y leyó que un choque obstaculizaba el túnel de la Autopista Gran Mariscal de Ayacucho. Solo quedaba esperar.

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A eso de las 8 pm, la autopista ya se encontraba un poco más aliviada y José ya no aguantaba el sueño y el cansancio. Antes de enfrentarse a su viaje, se detuvo en el supermercado del Centro Comercial de Santa Fe para comprar algunas cosas. El local estaba full, pero los precios eran exorbitantes e inalcanzables para él, así que solo se limitó a comprar unas panelas de papelón y un par paquetes de pasta que tenían precio viejo.

El paseo en la autopista se desarrolló con gran facilidad, ya no quedaba rastros de lo que fue aquel choque en la tarde. Luego de pasar por el Distribuidor Metropolitano empezaba a verse un ligero aumento de carros en la vía, pero nada que podría ser alarmante.

José recuerda que antes de llegar a su casa, debe llenar el tanque de la gasolina, puesto que le queda menos de un cuarto y eso no le alcanzará para subir en la mañana siguiente a su trabajo.

Al momento de que se está llenando el tanque, José nota que en la salida de la estación de servicio hay una alcabala. Él traga saliva suplicando que no se den cuenta del faro trasero que tiene quemado desde hace dos meses. Habla entre dientes, limpia el sudor de su frente y retoma  su camino.

Al llegar a la alcabala, los funcionarios de la GNB le piden a José que baje el vidrio de su puesto para observar el interior del automóvil, todo está en orden, pero antes de arrancar, uno de los efectivos que estaba recostado del punto de control se da cuenta del faro roto.

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El GNB hace realidad la pesadilla de José: Le piden que se orille a un lado de la autopista.

GNB: Buenas noches ciudadano ¿por qué usted tiene ese faro dañado?

José: Disculpe oficial, tengo así solo dos días y no he conseguido repuesto

GNB: ¿Cómo que no ha conseguido repuesto?

José: Sí, la verdad es que están muy caros y realmente me cuesta conseguir uno con el que me alcance la plata

GNB: Bueno, pero ¿qué podemos hacer en esta situación?

Justo en ese momento, se acerca otro efectivo e interrumpe a su homólogo.

Segundo GNB: Pana, esto lo podemos arreglar sin ningún problema ¿en qué parte vives tu?

José: Yo vivo en Guatire

Segundo GNB: Excelente mi pana, bueno si me das la cola hasta Guarenas, te perdonamos lo del farol. Es algo tarde y el camión que nos recoge ya pasó y no me di cuenta

José se queda congelado pensando en la situación que se acaba de presentar. Ante el nerviosismo, simplemente acepta la propuesta y deja que el GNB se monte en su carro.

Nuestro protagonista no sabe cómo actuar ante la presencia de un efectivo de la Guardia Nacional que está montado en su carro.

GNB: Tranquilo mi pana, mi nombre es Teniente Carlos Zambrano, pero lo panitas como tú me pueden decir Carlitos

José: Un gusto, mi nombre es José Mendoza

Carlitos: El gusto es mío, José. Mira chamo y este carro ¿cuándo te lo compraste?

José: Lo compré hace dos años, era usado

Carlitos: V*rga, pero lo tienes en muy buen estado

José: Sí vale

Carlitos: Esto es lo que vamos a hacer, me vas a dejar en la entrada de Ciudad Casarapa, frente al supermercado y vamos bien, ¿te parece?

José: Sí, como no. Ya vamos a llegar

José no se había percatado, pero Carlitos tenía varias cicatrices en sus manos y una bastante gruesa en el lado izquierdo de su cuello, detalles que lo sobresaltaron, pero no suficiente como lo que ocurriría a continuación.

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El teléfono de Carlitos suena y él enseguida contesta, afirma estar llegando a Ciudad Casarapa y le pide a la persona con la que está hablando que lo esperé justo en el lugar donde le pidió a José que lo dejara.

Al momento de cruzar toda la avenida Intercomunal que recorre Guarenas. José ya no aguanta los nervios, pero llegan al final del camino.

Carlitos se despide con un apretón de manos, pero justo al momento de hacerlo, rápidamente saca una navaja que tenía debajo de la manga de la mano izquierda.

Carlitos: Aquí no termina el paseo, mi hermano. Te me quedas quieto.

Carlitos le pide a su cómplice que se monte en el carro. Mientras eso ocurre, él aprieta un poco más la navaja en el cuello de José.

Carlitos: Pana, te me callas la boca y dale chola que yo te digo para donde es

Han pasado dos meses desde que José fue secuestrado por estos dos efectivos. No se sabe nada de él o de su carro, pero lo cierto es que posiblemente Carlitos siga pidiendo la cola en la autopista a quienes tengan alguna infracción o irregularidad en su carro.

Ciudad decadente es una columna que dramatiza con ficción la realidad venezolana desde una óptica del ciudadano de a pie, intensificando sus vivencias y manifestando sus emociones ante un escenario lleno de carencias, violencia, política y crisis económica.