(A Todo Momento) — La emergencia tiene múltiples facetas como feminicidio, violencia sexual, trata y esclavitud, violencia psicológica, xenofobia… Un mapa recopila todos los fallecimientos de los últimos años.
Por Diego Battistessa | El País
Una masacre silenciosa. Un derramamiento de sangre que se produce cada día. Es la de las mujeres venezolanas migrantes y refugiadas que fallecen en el extranjero. En este mapa interactivo están recogidos más de 120 casos, la mayoría en los últimos dos años y medio. Mujeres asesinadas cuando intentaban rehacerse una vida, muertas por accidentes mientras recorrían la región en su proceso migratorio, o que han visto en el suicidio la única salida a este drama humanitario que parece no tener fin.
Ciertamente estamos ante una emergencia con múltiples facetas como feminicidio, violencia sexual, trata y esclavitud, violencia psicológica, prostitución y explotación laboral, estereotipos hipersexualizados, discriminación y xenofobia.
No es de extrañar entonces que el informe sobre Venezuela, de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, incluyera un enfoque de género, destacando particularmente las experiencias de mujeres y niñas. Sin embargo, la situación real va más allá de una experiencia traumática; de hecho, estamos en presencia de una masacre por goteo, cuyas aterradoras cifras aumentan cada día.
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En un fenómeno migratorio sin precedentes en la región latinoamericana, que ya tiene carácter de éxodo y que cuenta con más de cuatro millones de migrantes. Según cifras de OIM y Acnur, el impacto de género y el destino de las mujeres migrantes y refugiadas venezolanas se diluye y muchas veces se vuelve invisible.
Ya en febrero de este año, el reconocido periodista Fernando del Rincón realizó para CNN en español un reportaje sobre la prostitución de venezolanas en la frontera con Colombia, en Cúcuta, dando a conocer al mundo la oscura realidad que viven muchas mujeres en el extranjero.
Por otro lado, el 16 de julio 2019, el periódico venezolano El impulso, reportaba las declaraciones de la asambleísta Manuela Bolívar Rivas sobre el trágico número de mujeres venezolanas que han sido asesinadas en el exterior. Bolívar Rivas, diputada de la Asamblea Nacional por el estado Miranda con el partido Voluntad Popular, hacia específica referencia a las mujeres víctimas de trata de personas y daba la escalofriante cifra de 41 asesinatos.
Declaraba: “Lo que hay sobre este tema es un gran silencio, a las mujeres les quitan su documentación para ingresarlas a redes de trata de personas, 41 venezolanas han resultado asesinadas en el extranjero por esta causa. El 2% de las venezolanas en el exterior de entre 15 y 49 años son sobrevivientes de violencia sexual”.
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Según la labor de investigación propuesta en este artículo, podemos observar que a estas 41 mujeres señaladas por Manuela Bolívar Rivas se añaden otras decenas de ciudadanas que han encontrado la muerte en circunstancias violentas fuera de su país natal.
Colombia pareciera ser el país más mortífero para ellas. Siguen Perú, México y Ecuador en los primeros puestos de esta escalofriante clasificación. Fuera de la región latinoamericana aparecen también EE UU, Canadá, Reino Unido y España, demostrando que el fenómeno ha asumido un carácter global. Si el feminicidio y la violencia contra las mujeres en Latinoamérica es un hecho conocido y hasta cierto punto investigado, aquí nos encontramos frente a un fenómeno que no ha sido todavía analizado en su totalidad.
Como es de notar, estamos en presencia de un cúmulo de ingredientes que generan una bomba explosiva que tiene su fuente en el país de origen pero que detona en algún punto del proceso migratorio, en un país de tránsito o de acogida, muchas veces sin medios de subsistencia, sin el amparo de la familia y evidentemente, sin ningún tipo de protección.
El camino de la justicia empieza con el deber de la memoria y con el testimonio de quienes no callan frente a una situación de opresión, desigualdad y abuso. Rendir visibles las historias de estas mujeres, visibilizar el fenómeno en envergadura, crear conciencia e impulsar a que los organismos pertinentes tomen medidas adecuadas es lo que subyace a este proyecto.