(A Todo Momento – ABC) — La expresidenta y senadora electa, Cristina Fernández de Kirchner, declaró (por escrito) como imputada por traición a la patria, no respondió preguntas, volvió (una vez más) a presentarse como una perseguida política y calificó las acusaciones en su contra, de “gran disparate jurídico”.
El juez federal Claudio Bonadío, como en anteriores ocasiones, fue descalificado por la mujer a la que, previsiblemente, procesará antes de que termine el año. Ese día, posiblemente en un par de semanas, Cristina Fernández se convertirá en la primera exjefa del Estado en tener que responder en el banquillo por un delito que incluye el presunto encubrimiento de los autores del peor atentado terrorista registrado en la historia de Argentina.
Se trata de la voladura del edificio de la AMIA y la DAIA, principales instituciones políticas y económicas israelíes, donde murieron 86 personas y centenares resultaron heridas en julio de 1994.
La expresidenta, a la salida del juzgado, tenía montado un tenderete para dirigirse a un grupo de seguidores (quizás un centenar) que la aguardaban para hacerle; en expresión argentina, “el aguante”. Allí se despachó con un monólogo (no aceptó preguntas ni del juez antes ni de la prensa después) donde insistió: “La única traición a la patria que hoy hay en el país es utilizar el poder judicial para perseguir a los opositores”. En esa línea calificó de gran disparate las acusaciones y aseguró: «El objetivo de esta persecución judicial es atemorizar a los dirigentes de la oposición. Quieren hacer callar a la oposición en el Parlamento. Quieren una Parlamento sumiso. Quieren que vote lo que ellos quieren», pero «conmigo no lo van a conseguir; conmigo, no van a poder».
CFK, siglas por las que todavía se conoce a la múltiple procesada (tiene media docena larga de causas), insistió, en que; «el Gobierno está detrás de esto» (su colección de querellas). El motivo que proclama en público es que el objetivo de la Administración de Mauricio Macri (no le nombró en esta ocasión) es «que no se hable de otra cosa» por «el ajuste que se viene» va a ser muy duro.
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El nuevo estatus de Fernández quizá influyó para rebajar un talante menos entusiasta o con bríos reducidos a los habituales. La diputada electa insistió en mostrarte como referente de la oposición, pero el espejo del peronismo le devuelve una dura realidad: quieren tenerla lejos, a ella y a lo que representa. El “movimiento” que no partido, busca nuevos liderazgos para resurgir de una crisis a la que ha llegado, en buena medida, por culpa suya.
«No tienen causa», insistió «Cristina» antes de añadir, «es muy patético» y salir disparada de los tribunales a su domicilio del barrio de Recoleta en la ciudad de Buenos Aires. Palabras aparte, lo cierto es que esta causa «caratulada de Traición a la Patria» (sic) es la que, en rigor, más le preocupa a la mujer que se comportó como dueña y señora de Argentina ocho años consecutivos.
Es herencia turbulenta de la presentada por el fiscal Alberto Nisman, el hombre que, según los últimos informes de peritos de Gendarmeria, fue asesinado en el cuarto de baño de su apartamento en vísperas de que explicara en el Congreso por qué señalaba a la por entonces jefa del Estado de buscar la impunidad de los terroristas del atentado a la AMIA.
En ese contexto –y en el actual- se ponía sobre la mesa un pacto con Irán (presunto responsable del atentado) que se convirtió en ley por el rodillo kirchnerista en el Congreso, con intenciones de renunciar a hacer justicia a cambio de intercambios comerciales.
En el documento que la expresidenta entregó en el Juzgado de Bonadío, dejó escrito, entre otras afirmaciones: «Niego terminantemente mi participación en ningún hecho criminal.Si el hecho criminal que está caracterizado como tal por este juzgado es el que se me acaba de leer, debo decirle que es el disparate más grande que escuche mi vida». En otro apartado, defendió el «acuerdo internacioonal entre dos países» y consideró que «se realizó en el marco de lo que prevé la Constitución».
Vía ABC