(A Todo Momento – Diario Las Américas) — El agresor de Texas, que el domingo mató a disparos a 26 personas y dejó heridas a al menos 20, podría haber actuado por motivaciones familiares, comunicaron hoy los investigadores.
Se sabe que el hombre estaba furioso con su suegra, dijo Freeman Martin del Ministerio texano de Seguridad Pública. La mujer visitaba habitualmente la iglesia en que se perpetró la masacre, pero el domingo no estaba allí. El agresor Devin Patrick Kelley, de 26 años, fue hallado muerto en su auto posteriormente.
Tras una vida digna del olvido, en la que el maltrato a su pareja y su consiguiente expulsión de las Fuerzas Aéreas fueron los hitos más destacables, Devin Patrick Kelley entró ayer en la historia negra de EE.UU al perpetrar el quinto peor tiroteo masivo en los anales del país.
Para sorpresa de los millones de estadounidenses que este domingo oyeron hablar por primera vez de Kelley, quien presuntamente se quitó la vida tras matar a 26 feligreses de la iglesia First Baptist Church, en el pueblo de Sutherland Springs Texas, éste parecía encontrarse en una etapa de cierta estabilidad emocional en su vida.
A sus 26 años, este tejano estaba casado con la madre de sus dos hijos, Danielle Kelley, quien en su página de Instagram aún hace gala de ser la esposa de su “mejor amigo”.
Al menos, esa parece ser la imagen oficial que ofrecía la pareja a través de las redes sociales, pero que no parece concordar con lo que se va descubriendo tras empezar a escarbar en el suceso de ese pequeño municipio del condado de Wilson, que en apenas unos minutos perdió a cerca del 5 % de su población a manos de Kelley.
Según informa la prensa local, entre 2009 y 2013, Danielle impartió clases a niños pequeños en este modesto templo, a los que les hablaba de Dios. Este dato hace sospechar a las autoridades que la elección de esta iglesia no es en absoluto casual, aunque lo que aún no está claro es si este ateo confeso tenía relación directa con alguno de los feligreses contra los que abrió fuego durante la celebración del culto.
Tampoco está claro todavía si el vecino que le hizo frente con su propia arma al salir de la iglesia vio en Kelley a un loco al que ya conocía o simplemente se encaró con una persona trastornada que abandonaba una parroquia con un rifle de asalto semiautomático, escasos segundos después de que se escucharan decenas de tiros en su interior.
Lo que sí se sabe es que no fue la primera vez que este exmilitar tuvo que hacer frente a las consecuencias de sus actos. Años antes de conocer a Danielle, en abril de 2011, Devin contrajo matrimonio con Tessa K. Kelley, con quien tuvo un hijo.
Sin embargo, este primer matrimonio apenas duró unos meses debido a los malos tratos sufridos tanto por ella como por su hijo, según denunció Tessa en 2012 ante las autoridades locales.
Esta actitud no pasó desapercibida para las Fuerzas Aéreas estadounidenses, de las que el tejano formaba parte desde 2010, que optaron por someterle a una corte marcial por malos tratos a su familia, que le acabó costando doce meses de arresto, ser degradado y, finalmente, ser licenciado por mala conducta.
Kelley distaba mucho de ser un piloto y sus funciones se limitaban a tareas logísticas, en la base aérea de Holloman, en Nuevo México, según fuentes del Pentágono consultadas por Efe.
Sin embargo; pese a no haber tenido la opción de combatir en primera línea de fuego, o tal vez precisamente por este motivo, la afición de Kelley por las armas era bien conocida por sus allegados. Medios locales han publicado que el tirador disfrutaba largas temporadas en casa de sus padres; en un propiedad en las afueras de San Antonio de más de diez mil metros cuadrados, donde pasaba las horas muertas afinando su puntería.
Una de sus imágenes que más llaman hoy la atención; es la de un Kelley disfrazado de El Cuervo, uno de los grandes personajes góticos por excelencia; un hombre asesinado que volvió de entre los muertos para vengar la muerte de su novia. Lamentablemente; a día de hoy esta imagen parece haberse convertido, sin lugar a dudas, en una triste paradoja.
Vía Diario las Américas