Maduro designó a Maximilien Sánchez Arveláiz como el nuevo representante de Venezuela ante la Casa Blanca. Con el nombramiento, el presidente venezolano trataba de tender puentes hacia EE UU –a quien, por otro lado, insiste en culpar de orquestar y promover las protestas ciudadanas– y contrarrestar su malograda imagen internacional.
Washington, no se inmutó ante este gesto de acercamiento y exigió a Venezuela “mayor seriedad” antes de proceder al intercambio de embajadores. Desde el Departamento de Estado se recordó que, días antes, el Gobierno de Maduro había ordenado la expulsión de tres altos funcionarios estadounidenses en Caracas, acusándolos de alentar las manifestaciones. Jacobson ha dejado claro este miércoles que el camino para reconstruir la relación bilateral pasa, primero, por involucrarse en un diálogo serio con la oposición.
“No vamos a autorizar la entrada del embajador venezolano a EE UU todavía porque creemos que las acciones deben tomarse en Venezuela, con los venezolanos encauzados en un diálogo y con nosotros haciendo todo lo posible por facilitarlo”, ha señalado Jacobson durante una audiencia en la Cámara de Representantes. “No vamos a permitir que la atención se centre en nosotros o que el debate se concentre en nuestra relación bilateral”.