(A Todo Momento – Lifeder) -. Las leyendas venezolanas y los mitos son un conjunto de narraciones y de hechos fantásticos, con alto componente sobrenatural y espiritual.
Dichos relatos se han transmitido de generación en generación, por lo que son susceptibles de cambiar en contenido y forma.
Existen variantes de las mismas historias que se adaptan al lenguaje infantil. Además sus personajes a menudo son históricos del lugar o zona donde se originan.
A diferencia del mito, que se ocupa de las deidades, las leyendas se basan en los personajes humanos.
En lugares de Venezuela como El Llano y en Los Andes son muy comunes las leyendas referentes a personajes datados en la era colonial. En concreto ambientadas en la época en que la iluminación escaseaba.
La mayoría se origina de algún hecho trágico, que termina en una condena pública o directamente en una intervención divina.
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Todas llevan consigo un mensaje de advertencia que previene a quien la oye de abstenerse de hacer ciertos actos.
Como componente del folklore, la leyenda integra gran parte de la letra de muchas canciones, siendo una de las más conocidas “Florentino y El Diablo” donde se cuenta la historia de un coplero que fue retado por el mismísimo diablo a cantar.
Su personaje, perdido, continua su canto hasta el amanecer, momento en el cual el diablo no puede continuar y sale derrotado. Esta historia se inmortaliza en la obra “Cantaclaro” de Rómulo Gallegos, y en la obra musical de Alberto Arvelo Torrealba, la cual también ha sido adaptada al cine y a la televisión.
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Las leyendas venezolanas
1- La sayona
Sin duda se trata de la leyenda más popular en Venezuela. Cuenta la historia de Melisa, una hermosa mujer casada con un buen hombre que era incapaz de hacerle daño. Ambos tenían un bebé de 9 meses.
Melisa acostumbraba bañarse en el río, descubierta por un individuo malintencionado que la espiaba muy a menudo.
Un día Melisa se percató de que estaba siendo espiada, y preguntó al individuo por qué lo hacía. Éste para excusarse, le mintió diciendo que quería advertirle que su esposo le era infiel con su propia madre. Melisa le creyó y salió corriendo a su casa, y muerta de celos, incendió la casa con su marido y el bebé dentro.
Acto seguido se dirigió a casa de su madre a reclamarle la infidelidad, la cual le dijo que aquello no era cierto. Ella la atacó hasta matarla y antes de morir la otra mujer exclamó: “Jamás te mentí y tú cometiste el peor pecado, por lo que yo te condeno, sayona”.
La palabra Sayona se refiere al atuendo o batola (saya) blanca que usa la mujer. Las historias relatan que suele aparecerse a hombres mujeriegos, en forma de mujer seductora, o bien un animal común.
Al seducirlos, pedirles un cigarrillo, cambia su aspecto por uno horrendo de afilados dientes, y sus victimas mueren horrorizadas o huyen despavoridas.
2- El silbón
El silbón es una de las leyendas más populares del folklore venezolano, ambientada en los llanos. Ha sido tema de numerosas creaciones musicales muy difundidas en el país. Se origina con la historia de un joven toñeco (malcriado) que insistía a su padre para que cazara a un venado, ya que quería comer sus vísceras.
Así, un día el padre salió de cacería, pero al tardar demasiado, el joven salió en su búsqueda. Al encontrarlo, y darse cuenta que no había cazado nada, lo mató y lo destripó, llevando sus vísceras a la casa.
Entregó las tripas a su madre y ésta las puso a cocer. Al pasar las horas y notar que no se ablandaban, empezó a sospechar. Al interrogar a su hijo, éste confesó el asesinato. La madre lo maldijo, su hermano lo mandó a azotar y le arrojó picante en las heridas.
Se dice que recordar y narrar su sufrimiento libra al oyente de su aparición. Este espíritu errante se aparece en las noches oscuras de mayo a los caminantes que van de fiesta en el llano con ropas rasgadas y silbando unas notas musicales las cuales.
Al aparecerse, golpea a sus víctimas y las aterroriza, a veces hasta la muerte. Una de las versiones más populares es la de Juan Hilario, la cual puede contarse como una leyenda más del folklore.
3- Juan Hilario
“No vayas para la fiesta te dijeron, Juan Hilario”. Así comienza la popular copla que narra la historia de este personaje que solía acudir a las fiestas para cortejar mujeres y beber hasta amanecer.
Juan Hilario se dirigía al pueblo cercano una noche oscura, cuando se encontró con un amigo que le advirtió de la peligrosidad de la noche debido a la aparición de relámpagos y lluvia y quién le recordó la posible aparición del “silbón”.
Pero Juan Hilario se burló de su amigo y se marchó. Por el camino comenzó a escuchar el famoso silbido: “Compadre, váyase para su casa, que yo me voy para la fiesta, a mí no me va a meter miedo”.
Y de pronto comenzó a ser golpeado. Para defenderse, golpeó fuertemente al aire, y exhausto cayó al piso e inconsciente cuando sus amigos al escucharlo fueron y lo socorrieron.
Fue así como Juan Hilario describió al individuo fantasmal que lo había atacado, y cuando su amigo le advirtió, quedando en la leyenda la frase: “Te lo dije Juan Hilario, esos no son juegos…”
4- María Lionza
Cuenta la leyenda que Yara, la hija de un Cacique, nació con unos bellos ojos verde agua. El shamán de la tribu predijo que ella debía ser sacrificada a la gran anaconda o si no traería la perdición al pueblo.
Su padre fue incapaz de hacerlo y la escondió en una cueva, custodiada por guardianes, de la cual no podía salir y mucho menos mirarse reflejada en el agua.
Un día una misteriosa fuerza adormeció a los guardianes y la niña salió. Se acercó al lago y vio su reflejo quedando encantada. El dios del agua Anaconda salió y se enamoró de la doncella, tomándola para sí.
Su padre intentó separarlos, pero la anaconda se enojó y causó una gran inundación que acabó con la aldea. Desde entonces se convirtió en la protectora de las aguas, la naturaleza y el amor.
Con la llegada de los españoles, Yara fue convertida al catolicismo bajo el nombre de María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, o sea María Lionza.
5- La loca luz caraballo
Se dice que una mujer de la época de la guerra de la independencia perdió a sus dos hijos, quienes “se fueron detrás del hombre a caballo” en clara alusión a Simón Bolívar.
Quedó inmortalizada en la literatura por el poeta Andrés Eloy Blanco. Enloquecida por la pérdida, su alma vaga por los páramos en busca de sus hijos perdidos.
6- Doctor Knoche
Su nombre fue Gottfried August Knoche, de origen alemán, quien investigó la manera de preservar los cadáveres de la descomposición.
Vivió en La Guaira en 1840 y compró una hacienda en Galipán, en el cerro el Ávila, donde construyó una hacienda llamada Buena Vista.
En dicha hacienda continuó sus experimentos de momificación, realizándolo en sus familiares fallecidos, soldados muertos no reclamados de la guerra federal, animales etc.
Su fama se extendió por la zona, e importantes personalidades de la época acudieron a él para realizarse el proceso a la hora de su muerte.
La hacienda se convirtió así en un mausoleo lleno de momias en perfecta conservación. La fórmula del Dr. Knoche permitía este proceso sin necesidad de retirar las vísceras de los cadáveres, sólo con una inyección de una fórmula secreta.
Al morir, dejó una dosis para él y otra para su enfermera. Después de esto la hacienda fue abandonada y saqueada y actualmente sólo muñecos de plástico sustituyen a las famosas momias.
7- La llorona
La leyenda trata de una mujer joven que solía gritar desesperada:“Mi hijo, mi hijo”.Se dice que ataca a todo aquel que se encuentra con ella.
Se conocen dos versiones acerca de su origen. La primera relata que fue una joven mujer, que tuvo amores con un soldado, el cual la abandonó, dejándola embarazada. Desesperada por los llantos de su bebé, sin saber qué hacer, lo mató con sus manos. Una vez hecho ésto comenzó a gritar fuertemente, llamando la atención de familiares y vecinos.
Los familiares y vecinos al ver el horror, la maldijeron y ella salió corriendo perdiéndose en el llano, convirtiéndose en espanto, robando niños solos, sobre todo en época de Semana Santa.
Otra versión relata que se trataba de una joven mujer, la cual mataba a sus hijos cada vez que nacían.
Ésta confesó sus pecados a un sacerdote y éste le dijo que, la próxima vez que pariera, antes de matar a su hijo, le diera de mamar. Pero entonces este acto creó en ella un profundo arrepentimiento y desde entonces vaga por el llano buscando desesperada a sus hijos.
8- La mujer mula
En esta historia una anciana señora acudió alrededor del año 1815 a un restaurante caraqueño, donde trabajaba su hija.
La hija le negó la comida y la echó del lugar. La señora encontró a un individuo, quien le obsequió una moneda con la cruz de San Andrés en el sello. El hombre le dijo que regresara, pagara con la moneda y dijera “Quédate con el vuelto para que compres malojo”
La señora lo hizo así y acto seguido la hija se transformó de la cintura para arriba en mula. Delante de todos los presentes, comenzó a lanzar coces y huyó corriendo. Desde ese día la mujer aparece rezando en la iglesia de Las Mercedes cubriéndose con un manto blanco.
9- La loca de Ejido
En la época de la guerra de la independencia, en 1812, vivía en la entonces Villa de Ejido, del estado de Mérida, una joven llamada Marta que estaba enamorada profundamente de un joven, llamado Lorenzo, quien había heredado de su padre hacienda y muchos bienes.
Éste quiso ir a Mérida con su mamá y con Marta, pero ella no podía porque su madre estaba enferma. Insistió a Lorenzo para que no viajara ya que no quería quedarse sola. Él dijo que tenía deberes qué cumplir.
El 26 de Marzo ocurrió el gran terremoto y en Mérida se derrumbaron muchos edificios. La gente pedía misericordia a Dios y aterrados, los sobrevivientes se agrupaban en las plazas. Marta se enteró de lo ocurrido y salió presurosa a Mérida.
Al llegar consiguió a la madre de Lorenzo con la mirada perdida desconsolada, sobre las ruinas bajo las cuales se encontraba el cuerpo de su hijo.
Su reacción fue quedar petrificada ante el horror de la pérdida de su amado. Desde ese día cada Semana Santa se la ve recorriendo las calles de Mérida seguida por un grupo de niños.
10- El encadenado de Michelena
Es la historia de José, un joven enamoradizo y mujeriego, que tenía su novia llamada María Eugenia, pero a la vez se veía con otras chicas del pueblo.
El padre de María Eugenia se enteró y harto de los chismes que corrían por todo el pueblo, persiguió al joven y lo mató a garrotazos.
Poco después mandó a botar el cadáver sin enterrarlo. Tiempo después, de noche, al pasar por el lugar donde había cometido su crimen, se encontró con una figura espectral que le dijo que tendría que pagar por lo que hizo. Asustado, ya en casa, cayó desmayado, enloqueciendo y muriendo poco después.
Los días cercanos al aniversario de la muerte de José, sigue apareciéndose su figura arrastrando cadenas y vistiendo túnica negra por las calles del pueblo.
11- El ánima sola
En Venezuela se conoce al ánima sola como el espíritu de una mujer combatiente en la guerra de la independencia, que murió en una batalla. Es un alma errante benefactora pero que aterroriza a quienes han actuado mal.
12- Juan Machete
Se trata de la historia de Juan Francisco Ortiz, apodado “Juan Machete” porque siempre cargaba un machete en el cinto.
Juan tenía una hacienda y una noche quiso hacer un pacto con el diablo, pidiéndole muchas riquezas.
A partir de ese día sus pastos empezaron a ser muy fértiles y sus vacas parían de a dos terneros. Un buen día apareció entre su ganado un macho negro, muy grande de cascos blancos y pensó que se trataba de un animal escapado de otra hacienda.
Pero Juan Machete, tras hacerse rico al comprar mucho ganado y multiplicarlo, todo comenzó a desaparecer.
Cuenta la leyenda que Juan Machete desapareció también y que sus tesoros quedaron enterrados en la sabana.
Se dice que si uno se presenta desnudo en el lugar adecuado, y aparece el ánima de Juan Machete, se puede negociar con él un gran tesoro. No obstante, muchos que lo han intentado huyen despavoridos al ver al ánima vomitando fuego.
13- El pozo del cura
Ubicado en el estado Vargas, es un pozo turístico muy profundo. Se dice que debe su nombre a que un cura de la región solía bañarse en sus aguas, en compañía femenina.
Un día estando solo, fue tragado por las aguas y su cuerpo nunca fue encontrado. Desde entonces, su espíritu aparece en la superficie pidiendo ayuda.
14- El carretón
Se remonta a la época colonial, durante la peste negra, que arrasó pueblos y ciudades y donde los cadáveres eran apilados en carretas para llevarlos a fosas comunes.
Muchos de estos individuos aún estaban vivos y desorientados y salían de las fosas errantes sin saber qué hacer.
El carretón fantasma era ese carruaje pero encendido en llamas y pilotado por el diablo, quien se llevaba a todo aquel que vivía en pecado. También se dice que ver el carruaje era presagio de calamidades.
15- La bola de fuego
Se trata de una bola de fuego que se desplaza dando vueltas como una rueda. Al detallarla se ve una figura espectral parecida a un esqueleto.
De su origen se dice que fue el alma de un obispo que cometió pecado, o bien de dos madres que se maldijeron mutuamente; una mujer que fue mala hija o almas en pena errantes.
En cualquier caso se cuenta que si se reza, se acerca más hasta quemar, que debe ser insultada para que se aleje.
16- La novia de la Guaira
En los años 50 cuando aún no existía la autopista Caracas La Guaira, una joven llamada María José Cárdenas estaba muy enamorada de su novio.
Vestida de novia y lista para ir al altar, fue a tomar un taxi que la llevara hasta Caracas para la boda. El taxi se descompuso y María decidió pedir a algún viajero que la ayudara.
Alguien se detuvo y se ofreció llevarla, pero estando ebrio, tuvieron un accidente en una curva y murieron los dos.
Desde entonces cuentan los conductores que en las noches aparece en la carretera pidiendo que la lleven. Si la llevas, al pasar por el lugar del accidente, ella dice: “Aquí me maté yo”, desapareciendo.
Los conductores ebrios pierden el control y sufren accidentes. Se cuenta también que si el conductor está sobrio, le deja unas flores donde iba sentada.
Por otro lado si se le niega llevarla, se aparece más adelante preguntando “¿Por qué no me llevas?”, produciendo en la mayoría de los casos graves accidentes.
17- El enano de la catedral
En la ciudad de Caracas colonial, un individuo se paseaba camino a casa de su enamorada a altas horas de la noche.
Por el frío y para calmar los nervios de la soledad de aquel lugar éste iba tomando ron. De pronto sintió que alguien lo seguía pero se trataba de un perro harapiento ante el que se burló de su presencia.
Al pasar por catedral, divisó a un enano muy pequeño sentado, vestido al estilo colonial. Éste lo saludó y le pidió el favor de encender un cigarrillo.
Para no ser descortés, accedió y recordó la advertencia de sus abuelos: “No des fuego al cigarro del enano”. El enano sonrió con unos afilados colmillos y empezó a crecer hasta hacerse más grande que la catedral.
Aterrorizado y paralizado, observó como aquel ser le decía desde las alturas. “Gracias por el fuego, amigo. ¿Quieres ir a un sitio donde hay fuego de verdad?”
18- El horcón
El horcón es una historia trágica de amor y celos, en la que un joven que consigue trabajo en una hacienda, conoce y enamora a la hija del capataz, casándose después con ella y teniendo un hermoso hijo.
Sin embargo, al sospechar de la infidelidad de su amada, éste se despide de ella, haciéndola creer que se ha marchado para esconderse en realidad dentro de la hacienda.
Al descubrirlo con otro, el protagonista asesina a la pareja y los entierra en las proximidades de un árbol cercano.
19- El hachador perdido
Hace más de cien años, en los bosques de Barinas, un hachador se fue un viernes santo a cortar madera para su propio ataúd.
Dios lo castigó fulminándolo al instante que levantaba su hacha, convirtiéndolo en un alma en pena vagabunda de la sabana, con aspecto de hombre calvo, ojos brillantes, pecho cubierto de lana y manos planchadas como una rana. Por lo general, siempre lleva el hacha en alto para atacar a todo aquel que caza por ambición.
Su presencia se manifiesta sobre todo en cuaresma, en las noches silenciosas de brisa fuerte que movía la vegetación.
20- El carretón de la muerte
A diferencia del resto de las leyendas, ésta no se refiere a ningún personaje en particular ni a ningún espíritu.
Se trata de la aparición caraqueña de una carreta que sin caballos ni jinete que la guíe, da tumbos en las calles, dejando por el camino quejidos tenebrosos, cargando un montón de restos humanos.