(Redacción A Todo Momento) — La reinante crisis económica que arropa a Venezuela actualmente ha mermado la capacidad de los venezolanos para celebrar las festividades a las que han estado acostumbrados durante generaciones. Ya casi es diciembre y los países del hemisferio occidental se preparan para celebrar en Navidad.
Venezuela, sin embargo, se parece hoy en día más a un país de la región central de África donde las festividades occidentales poco importan debido al reducido poder adquisitivo de los habitantes.
- Hacer hallacas en familia
Los venezolanos acostumbrábamos a reunirnos en familia durante el mes de diciembre (a veces antes) para hacer platillos navideños. Sin depender de “beneficios” como el CLAP, los ciudadanos solíamos tomar una porción de los aguinaldos para “hacer la vaca”. Hoy esas utilidades no alcanzan ni para comer por varios días consecutivos.
Con unas aceitunas a 400.000 el kilogramo y unas pasas en 360.000; muchos resolverán con “bollitos” y se olvidarán de aquellos tiempos cuando en familia se preparaban más de un centenar de hallacas, “hasta para regalar”.
¿Quién no planificó en algún momento irse de viaje durante los días festivos de diciembre? Si no se podía viajar durante el último mes del año, por lo menos un viaje para visitar a familiares en el otro lado del país se realizaba durante los primeros días de enero.
Un viaje en avión a Margarita actualmente puede llegar a costar hasta un millón de bolívares. Las tarifas de los autobuses privados rondan los 30.000 por persona, dependiendo del destino. Las unidades Sitssa del gobierno desde La Bandera o Terminal de Oriente oscilan entre 6.200 y 16.700 bolívares.
Intercambios de regalo
Atrás quedaron los días en los que los arbolitos de Navidad en casa se abarrotaban de regalos para toda la familia.
En un país donde la canasta alimentaria casi llega a los Bs. 6.000.000, un sueldo mínimo de 456 507,43 mensuales no alcanza para gastar en excentricidades.
Alcohol para todo el mundo
Las bebidas alcohólicas rara vez faltaban en los hogares cuando se reúne la familia para compartir. Pero con una inflación de tres dígitos, esto se ha convertido en todo un lujo.
Una sangría caroreña se consigue al nada modesto precio de 142.500 bolívares. Un vino chileno rondan entre los Bs. 459.900 y Bs. 1.050.000.
Armar el arbolito
Poner el arbolito de Navidad en la casa siempre ponía una sonrisa en los rostros de los niños. Hoy en día, dedicar algo del salario a adquirir un pino canadiense es simplemente impensable.
Un pino usado en buen estado no baja del millón de bolívares, mientras que uno nuevo puede sobrepasar los Bs. 2.000.000.
Pintar la casa
Una de las más divertidas tradiciones venezolanas es pintar la casa en diciembre. Las personas siempre aprovechaban la fecha para darle una nueva imagen a sus viviendas.
Pero en un país donde se trabaja para “medio comer”, comprar una pintura no es una opción. Un cuñete de pintura puede llegar a costar hasta 2.829.884,83 bolívares.
Estrenar ropa
Algo muy importante para la noche del 24 de diciembre son los estrenos de ropa y zapatos. Desde los más pequeñitos hasta los abuelos solían tener un conjunto listo para vestirlo por primera vez y esperar el nacimiento del niño Dios.
Un par de zapatos de marca puede fácilmente alcanzar el millón de bolívares. Los calzados para niños raramente bajan de 500.000.
La vestimenta tampoco conoce de ofertas este año: Un pantalón de jean en un centro comercial no baja del 1.000.000 de bolívares. Una blusa o camisa holgada para mujeres se encuentran desde los Bs. 500.000.
No más fuegos artificiales
Cualquier niño venezolano ha estado familiarizado con los juegos pirotécnicos. La parte más emocionante de un 31 de diciembre es poder disfrutar de un majestuoso espectáculo de fuegos artificiales.
Un paquete de luces de bengala se consigue en 99.000 bolívares. Una docena de coheticos silvadores alcanza los Bs. 120.000.