(A Todo Momento) — El pasado mes de abril se anunció la decisión de un tribunal ruso de bloquear el servicio de mensajería Telegram luego de que la plataforma no entregara al Servicio Federal de Seguridad de Rusia los códigos de cifrado de los chats de sus usuarios.
El FSB ampara su pedido de acceder a esa información en la necesidad de tomar medidas de protección contra posibles ataques terroristas. Pero la compañía se niega porque viola la privacidad.
La discusión de fondo pasa por la libertad de expresión, ya que la mayor preocupación del régimen de Vladimir Putin es la activación de la oposición. Telegram es la principal herramienta de comunicación que utilizan los críticos del gobierno para movilizarse y protestar.
El régimen iraní siguió el mismo camino a fines del mes pasado. El fiscal general de Teherán ordenó a los proveedores de internet que impidan el acceso a Telegram de tal forma que ni siquiera apelando a una red virtual privada (VPN) puedan utilizarla.
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El procurador acusa a la app de ser un canal de comunicación de terroristas y pornógrafos. Se calcula que 40 millones de iraníes son usuarios de este servicio, optimizado para celulares, en un país de 80 millones de habitantes.
Los críticos de la medida destacan que Telegram era utilizado como un medio seguro de comunicación entre opositores al régimen. De hecho, fue usado por los manifestantes que salieron a las calles de Irán en enero de este año para pedir mayor libertad y una mejora de la situación económica.
Para entender por qué Rusia e Irán tomaron esta decisión hay que comprender cómo funciona Telegram. Esta app se convirtió en una de las más populares del mundo gracias a la promesa de brindar a sus usuarios confidencialidad absoluta en sus comunicaciones.
Surgió meses después de que estallara el caso Edward Snowden, el ex empleado de la CIA y de la NSA que reveló los programas de vigilancia realizados por estos organismos de inteligencia. Muchas personas empezaron a usar Telegram confiando en que los servicios secretos no podrían espiarlos.
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La plataforma usa un sistema de cifrado que convierte a los mensajes en un código incomprensible sin la ayuda de un servidor determinado. Eso garantizaría la imposibilidad de acceder al contenido de los mensajes sin consentimiento de los usuarios.
Sin embargo, algunos expertos ponen en duda que sea tan seguro. “Cualquier experto en seguridad podría penetrar”, sostienen investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, consultados por The New York Times. “Tiene problemas serios en su protocolo de seguridad”, afirman.
Totalmente seguro o no, el debate entre prevención del terrorismo y respeto a la privacidad está instalado en el mundo desde hace tiempo. Es cierto que miembros de Estado Islámico utilizan Telegram en distintos países para difundir sus mensajes, lo cual le hizo ganar críticos al servicio. A pesar de sus esfuerzos, no logra cerrar todas las cuentas y canales de extremistas.
De todos modos, no es casual que los gobiernos que toman una medida tan drástica como el bloqueo sean violadores seriales de la libertad de expresión. “La privacidad no está en venta. Los derechos humanos no deben verse comprometidos por miedo o codicia”, publicó Pavel Durov, creador de Telegram, luego de conocer la decisión de la justicia rusa.
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Además de Telegram, Durov creó la red social VK, que funciona de manera similar a Facebook. Por eso muchos lo conocen como el “Zuckerberg ruso”.
En 2012, el FSB le pidió que bloqueara a siete grupos en su red social, algo que se negó a hacer. Dos años más tarde se negó a darles a las agencias de seguridad rusa los datos de manifestantes ucranianos, opositores al régimen de Putin, así como a bloquear ciertas páginas. Para ese entonces, la situación se tornó muy difícil y Durov abandonó el país.
Vía Infobae