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La extrema derecha cobra auge en medio de la crisis política de Brasil

A woman shows a placard reading “Military intervention” during a protest against Brazil’s President Dilma Rousseff in Manaus, Amazonas state March 15, 2015. Protest organizers in dozens of cities across Brazil are planning marches to pressure Rousseff over unpopular budget cuts and a corruption scandal that has snared leaders of her political coalition. REUTERS/Bruno Kelly (BRAZIL – Tags: POLITICS CIVIL UNREST)

(Redacción A Todo Momento) Desde el mes de marzo, la Cámara de Diputados de Brasil  está analizando una petición de impeachment (proceso de destitución) contra la presidente Dilma Rousseff. El vicepresidente Michel Temer del Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) ha abandonado la coalición de gobierno y negocia alianzas en el caso de que Dilma sea alejada del poder, a pesar de que un grupo de políticos esté preparando otros procedimiento de impeachment contra él.

Mientras el alto poder se entretiene en palaciegas turbulencias, en las calles los grupos ultra conservadores sacan provecho del descontento general y recurren a posturas abiertamente radicales y promueven un discurso polarizador en la todavía joven democracia brasilera.

Ligados a la iglesia católica y evangélica, los movimientos de ultra derecha están liderados por tres hombres: Jair Bolsonaro, Marco Feliciano y Silas Malafaia. Junto a los grandes terratenientes del país, conforman lo que se conoce como BBB: Bancada do Bói, Bíblia e Bala, es decir (Bancada del Buey, la Biblia y la Bala) una identificación por decir lo menos amenazante Se trata de una coalición entre empresarios del sector agropecuario, seguidores de las iglesias cristianas y defensores de la mano dura contra el crimen. Todos juntos, controlan el 40% de los votos en el Parlamento de Brasil.

De los líderes derechistas emergentes destaca Jair Bolsonaro, del Partido Progresista, quien fue el diputado federal más votado en Río de Janeiro en las últimas elecciones parlamentarias de 2014: recibió 464.000 sufragios. Fue capitán del Ejército y es el principal exponente de la ‘Bancada da Bala’, vinculada a antiguos policías y militares.

Conocidas son sus declaraciones sobre el periodo más sombrío de la historia brasileña: “El error de la dictadura fue torturar, y no matar”; “Pinochet debería haber matado a más gente”. Hace exactamente un año, el día del 51 aniversario del golpe militar, Bolsonaro celebró la efemérides alegando que “los militares salvaron Brasil de una cubanización”. Para él, el 31 de marzo de 1964 es el día que otorgó “libertad” al país.

También se hace notar por sus destemplanzas homofóbicas y misóginas: “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. Prefiero que mi hijo muera en un accidente a que aparezca con un tipo con bigote por ahí”, señaló en una entrevista. “La mujer debería ganar un salario menor porque se queda embarazada”, ha afirmado Bolsonaro. En abril de 2015, fue condenado a pagar una multa de 150.000 reales (43.300 dólares) por sus declaraciones.

“La representatividad de Bolsonaro se divide en dos subgrupos: los que realmente tienen una ideología de extrema derecha y los que no se ven representados por la actual polarización entre el PT y sus opositores. Estas personas están desencantadas con la política y comienzan a tener pensamientos más radicales. La mayor parte de las personas que apoyan a Bolsonaro no tiene dimensión de lo que esto significa históricamente, pero siente que es diferente de las otras opciones políticas, justamente por el hecho de ser extremo”, explica Maurício Araújo, periodista y consultor de nuevos negocios.

“Seré el candidato de la derecha y no tengo vergüenza de decirlo”, clama Bolsonaro. Lo más alarmante para muchos brasileños, y en especial las minorías, es que Bolsonaro no es un predicador intolerante de la televisión, sino un político que arrastra votos y ya cuenta con piso electoral.

La influencia de los diputados ultraconservadores, que controlan más de un tercio de los votos en la Cámara, será muy importante en los próximos meses. Para Cláudio Couto, profesor de Ciencia Política da Fundación Getúlio Vargas (FGV), el problema de fondo reside en la falta de líderes en el actual panorama político. “Antes de Dilma, tuvimos líderes que sabían relacionarse con el Congreso, estaban bien asesorados. Eso hacía que el presidencialismo de coalición funcionase sin grandes traqueteos. Pero con un mal liderazgo como ahora, sin capacidad de negociación, la cosa no avanza”, concluye.

Con información de Esglobal.com