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Cuando gana el miedo, por: Francisco Arias Cárdenas

Buena y clara señal es, que el resultado del plebiscito colombiano sobre el acuerdo de paz Gobierno-FARC-EP no se tradujo en una reanudación de los bombardeos y de la guerra, tal como habría ocurrido en otros escenarios y épocas. Por el contrario, las partes anunciaron casi inmediatamente que mantendrán el cese al fuego bilateral, y la reanudación de las negociaciones por la anhelada paz para Colombia.

El resultado de la consulta fue doloroso particularmente para quienes han vivido en carne propia -y no por la versión manipulada mediáticamente- los efectos de la guerra de medio siglo. Así lo muestra el mapa de resultados de la consulta, pues en las zonas más afectadas por el conflicto ganó por amplio margen la aprobación del acuerdo que, tal como dijo la vocería de Amnistía Internacional, “aun cuando no era perfecto, representaba un camino concreto hacia la paz y la justicia”.

Parecería imposible que alguien votara contra el fin de una guerra fratricida, dentro del propio país. Millones de víctimas –asesinados, torturados, secuestrados, perseguidos, desplazados– miseria y ruina, ha sido el saldo de 50 años de enfrentamientos, en los que se introdujo un tercer contrincante, el paramilitarismo y narcotráfico. Ciertamente, la diferencia fue muy estrecha, las condiciones atmosféricas incidieron en la abstención, y la campaña por el “NO” fue prolífica y fundamentada en el miedo y la confusión. Se impone un análisis severo de las motivaciones que llevaron a la gente a oponerse a un acuerdo donde todas las partes tienen algo que ceder, mucho que perdonar y el pueblo todo que ganar.

Lo único cierto es que no hay otro camino que la paz, como bien dijera Gandhi. También, que la voluntad expuesta por las partes negociantes indica un nítido avance, una señal inconfundible de que serán derrotados quienes apuestan a la violencia y la muerte como negocio y mecanismo de control social. Colombia seguirá contando con el acompañamiento de sus hermanos latinoamericanos, para dirimir las diferencias con el diálogo y la justicia.