(A Todo Momento) — El año pasado dos personas que esperaban el primer tren del día en la estación Sitges (Barcelona, España), socorrieron a Humberto T., un joven aturdido por una paliza que acababa de recibir, se encontraba tendido en las vías del tren.
Salvaron su vida: dos minutos después pasó el tren que el joven había estado esperando para volver a casa. Pasaban las cinco de la mañana y Humberto acababa de sufrir un intento de lapidación por parte de dos chicos marroquíes. “Te vamos a apedrear, como se hace en nuestro país a los maricones”, le dijeron durante el ataque.
Abdelhakim H., que ahora tiene 20 años, permanece en prisión desde octubre de 2016, cuando propinó una brutal paliza a Humberto junto a un menor de edad. La Audiencia de Barcelona ha condenado ahora a Abdelhakim a 12 años de cárcel por los delitos de homicidio en grado de tentativa y robo con violencia: tras apedrearle, los agresores robaron el móvil de la víctima, 60 euros y su documentación.
El tribunal concluye que el joven “quiso dañar y humillar a la víctima por su orientación sexual”, recuerda que le llamó “maricón” más de una vez durante la agresión y que le amenazaron con apedrearle porque “es lo que se hace en su tierra a los maricones”.
La víctima no fue escogida al azar. Unas horas antes, hacia la medianoche, Humberto estaba en la puerta de uno de los muchos bares de ambiente gay que acoge Sitges. Se estaba besando con un amigo. Abdelhakim, el menor -que fue condenado a cuatro años de internamiento- y otros amigos le vieron, “se rieron y se burlaron” de él.
Humberto salió del bar sobre las 4.30 y se fue hacia la playa para hacer tiempo hasta que pasara el primer tren. En la playa, según su relato -al que el tribunal da plena credibilidad- se encontró de nuevo con el grupo de jóvenes marroquíes. Y decidió irse a la estación, donde se sentó en un banco y se quedó dormido.
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Abdelhakim y el menor le siguieron y entraron en la estación para darle “un palo”, según admitió uno de los chicos que les acompañaban, y que se negó a participar en la agresión. “Te vamos a asaltar”, le dijeron. Abdelhakim había cogido “una piedra de grandes dimensiones” y, por la espalda, golpeó en la cabeza a Humberto, que cayó al suelo.
Allí fue pateado y golpeado con otras piedras que recogían de las vías del tren. Amenazaron con lapidarle por gay. Y le robaron. Se fueron riendo, mientras Humberto caía a las vías.
El chico que no participó en la agresión y otro hombre que estaba en la estación le rescataron de las vías. Humberto sufría una grave hemorragia que, según la sentencia, podría haberle matado de forma inmediata. Tardó en recuperarse 49 días y, además del daño psicológico -la sentencia fija a su favor una indemnización de 21.105 euros- le quedan cuatro cicatrices como secuela.
Tanto el testigo como las grabaciones de las cámaras de la estación acreditan la denuncia de la víctima y descartan la tesis del acusado. Según Abdelhakim, Humberto inició una discusión con ellos “en inglés” y “se levantó”. Como “pensaron” que iba a agradirles, “tuvieron miedo y por ello le pegaron”.
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En el juicio, Abdelhakim negó haberle visto antes en el bar. La sentencia, sin embargo, le aplica dos agravantes: discriminación ideológica y abuso de superioridad, ya que aprovecharon que estaba medio dormido y que había bebido alcohol para atacarle “por la espalda” con una piedra. Este segundo agravante la solicitó el Ayuntamiento de Sitges, que ejerció la acusación popular defendido por el penalista Emilio Zegrí.
Aunque no le aplica los beneficios de la ley del menor por la gravedad de los hechos, la Audiencia de Barcelona sí expresa en la sentencia que se mostraría a favor de un “indulto parcial”.