(A Todo Momento) — Juan Guaidó regresó a Venezuela este martes.
El líder opositor no lo tuvo fácil a su llegada a Caracas, donde sufrió los golpes, empujones e insultos de un grupo de simpatizantes del gobierno que lo esperaban en el aeropuerto.
Un video difundido por simpatizantes de Guaidó mostró que en el control de inmigración le fue requisada su cédula de identidad.
Los accesos al aeropuerto fueron bloqueados por fuerzas militares desde horas antes de la llegada del vuelo procedente de Lisboa en el que llegó Guaidó y se desplegaron equipos de lanzamiento de misiles en lugares visibles de la carretera que conecta la ciudad de Caracas con el aeródromo internacional Simón Bolívar de Maiquetía.
Pero, pese a estos obstáculos, Guaidó -a quien Estados Unidos y la mayoría de países europeos y latinoamericanos reconocen como presidente interino de Venezuela- no fue detenido y poco después de aterrizar participó en un mitin con sus seguidores en el feudo opositor de Chacao, un municipio de clase media de Caracas.
Por qué había expectación
El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela prohibió en enero de 2019 que Guaidó saliera de Venezuela.
El gobierno de Nicolás Maduro considera al líder opositor un «terrorista» y un «traidor» controlado por Estados Unidos, pero hasta ahora no ha dado el paso de su detención.
El presidente de la Asamblea Nacional ya desafió la prohibición del TSJ en febrero de 2019, cuando apareció en un concierto celebrado en Colombia con el objetivo declarado de recaudar fondos para la «ayuda humanitaria» a Venezuela.
Guaidó regresó entonces por vía aérea a Caracas.
Su fotografía identificándose a la llegada sin ser molestado por los agentes de inmigración se consideró entonces una afrenta a la autoridad de Maduro, a quien Guaidó y sus seguidores consideran un «dictador».
Por qué lo dejaron pasar
En la última etapa de la gira internacional de la que regresaba esta vez, Guaidó recaló en Washington, donde el presidente estadounidense, Donald Trump, le reiteró su apoyo en la lucha contra Maduro.
Mientras estaba allí, un funcionario de la Casa Blanca advirtió a la dirigencia chavista de «consecuencias significativas» en el caso de que el líder opositor sufriera «cualquier daño» a su vuelta, unas palabras cuyo eco amplifican acciones recientes como el ataque que mató en Irak al general iraní Qasem Soleimani.
Durante la visita de Guaidó a Washington, el analista de la Oficina de Washington de América Latina David Smilde vaticinó en un artículo en el New York Times que el apoyo de Trump «aumentará las posibilidades de que Guaidó pueda volver a Venezuela sin ser arrestado».
Los seguidores del gobierno suelen pedir el encarcelamiento del dirigente opositor en los mítines en los que participan.
Este mismo martes, quienes le esperaban en el aeropuerto gritaban «Guaidó a Tocorón», en alusión a una de las prisiones más conocidas y de peor reputación del país.
Cuando el político salió por la terminal, le reprocharon a gritos la imposición de sanciones por parte de Estados Unidos. También lo llamaron «asesino» y «traidor».
Nicolás Maduro ha dicho refiriéndose a Guaidó en repetidas ocasiones que «el tiempo de Dios es perfecto», insinuando un arresto que hasta ahora no se ha producido.
Pero en las últimas semanas se aprecia un cambio de tono. «Maduro insiste a las bases chavistas en que no hay que dejarse distraer de los asuntos principales y Guaidó es descrito como un don nadie, alguien a quien se debe ignorar», explica Guillermo Olmo, corresponsal de la BBC en Venezuela.
El fiscal Tarek William Saab dijo recientemente que Guaidó «es la nada».
«El gobierno da la impresión de haber sacado conclusiones tras lo que ocurrió el 5 de enero en la Asamblea Nacional, cuando un diputado opositor tránsfuga intentó desplazar a Guaidó de su presidencia con el apoyo del chavismo», indica Olmo.
«Entonces quedó claro que una acción abiertamente hostil y visible contra Guaidó puede tener el efecto contrario al deseado y relanzar su causa justo cuando muestra signos de agotamiento», añade el corresponsal.
«Parece también una de las razones por las que las fuerzas de seguridad y los grupos irregulares afectos al gobierno ponen tanto celo en impedir el trabajo de los periodistas en la cobertura de las actividades de Guaidó».
Entonces, ¿Guaidó no corre peligro?
Las fotografías y videos que muestran los golpes y empujones que sufrió a su llegada muestran que la posición del líder opositor sigue lejos de ser cómoda.
No es la primera vez que se ve envuelto en forcejeos e incidentes al término de los cuales miembros de su equipo y de los medios de comunicación denuncian haber sido agredidos por los partidarios de Maduro.
El día antes de su regreso a Venezuela, Maduro lo señaló directamente en un acto de protesta contra las sanciones a la aerolínea Conviasa, las últimas que ha impuesto Washington: «Les pidió a sus amigos de Estados Unidos que sancionaran a Venezuela y por eso tiene que pagar», dijo el presidente.
Pese a que Guaidó no ha sido detenido, sí lo fueron personas de su círculo más cercano, como su jefe de gabinete, Roberto Marrero, o el diputado opositor Edgar Zambrano.
En la misma noche de su llegada, la oficina de Guaidó denunció la «desaparición» de su tío, que lo acompañaba en el avión que lo devolvió a Venezuela.
Y ahora, ¿qué?
Una de las preguntas pendientes es si Guaidó logrará capitalizar el apoyo recibido por algunos de los más destacados líderes mundiales en su gira y el refuerzo de su liderazgo entre los suyos que resulta de su accidentada llegada a Caracas.
Una encrucijada se avecina con la convocatoria de elecciones parlamentarias este año anunciada por el gobierno. «La oposición no ha decidido aún si participará y el debate interno al respecto puede volver a poner en peligro su unidad, que costó mucho forjar», indica Olmo.
«La imagen de liderazgo casi heroico que se está construyendo en torno al coraje de Guaidó no ha bastado por ahora para revitalizar al alicaído movimiento opositor».
Nada en el discurso del líder opositor permite hasta ahora vislumbrar un posible cambio de rumbo: «Los mecanismos de presión no van a hacer más que aumentar», les anunció Guaidó a sus seguidores en Chacao, lo que se interpretó como una referencia a más sanciones internacionales contra el gobierno.
Luis Vicente León, de la consultora Datanálisis, cree que Guaidó logró «relanzar su protagonismo, fortalecer la simbología de líder, afianzar alianzas y renovar esperanzas de cambio. Todo positivo para él, pero es una obra de arte efímero: sirve si trae algo distinto a lo visible, que concrete su oferta de cambio».
Para David Smilde, lo ocurrido en los últimos días «no cambia el contexto político actual del país, que tiene a la coalición opositora contra las cuerdas».