(A Todo Momento) — El régimen de Nicolás Maduro se caracteriza por negar cualquier evidencia y regodearse en una realidad ficticia y virtual. Eso sucede con varios aspectos de su mandato, como las cifras de la Misión Vivienda y la producción petrolera. Reseñó Al Navío.
Por supuesto no se escapa la hiperinflación, que eso es inexistente en Venezuela. La línea comunicacional se puede resumir así: La realidad es la que yo digo que es.
El líder soviético Nikita Krushchov solía dudar de las estadísticas de la URSS, a las que incluso llegó a calificar de manera escatológica en sus memorias. En los años 70 del siglo pasado se estimó que el Producto Interno Bruto (PIB) de la URSS era casi la mitad del de Estados Unidos. Cuando llegó la Perestroika en los 80 con la política de transparencia esa cifra se rebajó a un tercio. Hoy se sabe que nunca fue superior al 20%.
Manteniendo la tradición de las estadísticas de la extinta potencia comunista, lo mismo puede decirse hoy de las contadas cifras que el gobierno de Nicolás Maduro difunde.
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Así por ejemplo, hace pocos días el mandatario anunció la entrega de la vivienda número dos millones como parte de la denominada Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), iniciada en abril de 2011.
Según las cifras oficiales se ha logrado, por medio de distintos organismos del Estado y en cooperación con países como Rusia, China, Irán y Bielorrusia, edificar y entregar 326.323 viviendas en 2015, 359.874 en 2016 y 572.000 en 2017.
Un monto asombroso que, según la cadena Telesur, haría de Venezuela el país que más viviendas construye en el mundo.
La Gran Misión Vivienda Venezuela fue la principal bandera política de la campaña presidencial de 2012 que aseguró la última reelección del expresidente Hugo Chávez.
Esa nueva misión cumplió el papel que le correspondió a la Misión Barrio Adentro casi una década antes, una iniciativa sanitaria dirigida a dotar de ambulatorios a la mayor parte del territorio nacional con apoyo masivo de personal médico cubano. En 2003 y 2004, de cara al referéndum revocatorio de esa época, fue crucial pues ayudó al expresidente a ganar aquella contienda electoral.
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En el discurso oficial la GMVV ha sido un intento por superar el tradicional déficit habitacional del país, que ha tenido como consecuencia la proliferación de barriadas improvisadas en las principales ciudades desde hace varias décadas, dotando de viviendas gratuitas a la población sin acceso a casa propia o en condiciones poco dignas.
En términos políticos fue un intento de borrar de la memoria colectiva uno de los fracasos más evidentes y monumentales del chavismo en el poder hasta ese momento, pues la construcción de viviendas en 12 años escasamente superaba las 30.000 anuales. El número más bajo de todos los gobiernos venezolanos en medio siglo.
Cifras, mentiras y propaganda
Evidentemente con mucho interés en impresionar al público, estos complejos habitacionales se empezaron a edificar en zonas muy céntricas o de mucha movilidad con la intención de exhibirlos. También era una manera de renovar la fe por parte del electorado chavista.
No obstante, la idea original de impulsar un gran proyecto de viviendas públicas fue de la oposición. Concretamente, una oferta del candidato presidencial Manuel Rosales en la campaña electoral de 2006.
Sin embargo, un grupo de expertos en la materia que le asesoraba indicó la imposibilidad del sector de la construcción nacional para edificar más de 70.000 unidades familiares al año: falta de materiales como cemento, arena, cabillas, bloques, así como de suficiente transporte, de empresas especializadas, de créditos, y los problemas eléctricos entre otros motivos.
Si las cifras que difunden los voceros oficiales, empezando por el propio presidente, fueran veraces Venezuela debería estar pasando por un enorme auge económico, y eso evidentemente no ha estado ocurriendo. En el pico de la burbuja inmobiliaria en 2007 en España se terminaron 850.000 viviendas.
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En cambio todos los datos independientes disponibles indican que la economía venezolana se ha contraído en 40% con respecto a 2012. Este índice no hay cómo contrastarlo con fuentes oficiales pues desde 2016 ni el Banco Central de Venezuela (BCV) ni el Instituto Nacional de Estadística (INE), ni el Ministerio de Planificación aportan cifras completas.
Pero en enero de 2016 el BCV difundió un informe tardío e incompleto de la actividad económica en 2015. Un detalle mencionado en ese informe indicaba que la industria de la construcción cayó 20,2% ese año, lo cual incluye un retroceso en la construcción pública. Fue la última vez que se conocieron cifras oficiales sobre la economía venezolana.
Otra manera de intentar aproximarse a la verdad es por medio de la comparación. La parroquia Caricuao, ubicada al suroeste de Caracas, fue edificada por inversión pública en la segunda mitad de los años 60 durante la Administración del expresidente Raúl Leoni en su mayor parte. Con 20.000 apartamentos distribuidos en 219 edificios y nueve sectores fue en ese momento el desarrollo habitacional público más grande de toda Latinoamérica.
Pero probablemente una fuente más directa la aporta el Sindicato Único de la Construcción de Caracas, cuyo secretario general Octavio Campos asegura al diario ALnavío que hay una caída en la construcción de viviendas oficiales que ha llevado aparejado un altísimo desempleo en el sector. Según sus datos, de 300.000 trabajadores empleados en el sector construcción hace cinco años hoy puede haber menos de 1.000 en todo el país.
Industria petrolera
Este recuento también es muy parecido en la vital industria petrolera. El mayor general de la Guardia Nacional (GNB) Manuel Quevedo, presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y ministro de Petróleo desde el 26 de noviembre de 2017, reconoció empezando su gestión una caída en la producción de crudo que ubicó en 1,5 millones de barriles al día. Hace 20 años Venezuela producía el doble de barriles.
Sin embargo, a las pocas semanas de ocupar sus nuevas responsabilidades aseguraba que la industria “está cercana” a recuperar 1,9 millones de barriles diarios. Eso pese a que los informes de la OPEP y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) indican un proceso de colapso de la producción petrolera venezolana como consecuencia de bajos salarios, problemas de mantenimiento de la infraestructura de la industria y crónica falta de inversión.
Por otra parte, según un informe presentado en enero por Torino Capital, la producción petrolera de Venezuela cayó 216.000 barriles diarios en diciembre de 2017, acumulando un recorte de 649.000 barriles diarios en el último año.
Todo esto está agravado por el proceso hiperinflacionario que está llevando a miles de trabajadores petroleros a abandonar sus puestos de labor y emigrar.
Pero el estilo de gobierno de Maduro consiste principalmente en negar las evidencias y regodearse en una realidad publicitaria. Para ello cuenta con la diligente disposición de funcionarios como el general Manuel Quevedo, que hasta antes de ser la cabeza de la industria petrolera fue, por cierto, presidente de la Gran Misión Vivienda Venezuela, cargo que desde agosto de 2015 compartió con el de ministro de Vivienda y Hábitat.