(A Todo Momento) — El expresidente Cristina Fernández de Kirchner acusó al actual mandatario argentino, Mauricio Macri, de ser un “traidor a la patria” por haber pedido un crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ironía kirchnerista, ese delito es el mismo que la justicia le atribuye a ella por su papel de presunta cabecilla y encubridora de los responsables del atentado terrorista a las sedes de la AMIA y la DAIA.
El 25 de mayo, aniversario de investidura en el 2003 de Néstor Kirchner y fiesta nacional en Argentina (se conmemora la Revolución que da pie a la independencia de España), fue la fecha elegida por la viuda de Kirchner para arremeter contra Macri. En algo parecido a un ensayo, se refiere a “la catástrofe financiera y cambiaria” argentina que, a su juicio, adquiere, “ribetes de tragedia” por, “volver al FMI a pedir préstamos”.
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Tras asegurar que “el discurso de la pesada herencia fue una verdadera mentira”, en alusión a su propio legado, la expresidenta con más procesamientos y embargos de la historia, considera: “Es esencial entender el verdadero rol del FMI como prestamista de última instancia que, cuando lo hace, impone programas económicos de ajuste bajo el eufemismo de condicionalidades, que impactan negativamente en el desarrollo económico y social de los países”.
De acuerdo a su particular repaso e interpretación de la historia asevera: “No se conoce un sólo país en el mundo que haya aplicado programas de este organismo y que haya mejorado su situación económica y social. Por el contrario, el resultado ha sido siempre marcadamente negativo”.
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Verdad con matices, Fernández observa, “hasta la actualidad, los únicos dos ciclos de gobierno que nunca sometieron sus políticas al FMI fueron los gobiernos del General Perón (Juan Domingo) y y los de Néstor y Cristina Kirchner”.
En el caso de su difunto marido, decidió saldar la deuda, de casi diez mil millones de dólares, con el FMI para evitar que el organismo fiscalizara las cuentas. En simultáneo, se endeudó con la Venezuela de Chávez a tasas del 16 por ciento, un interés sin precedente que perjudicó notablemente las finanzas del país.
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