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La diversa comunidad migrante de Baja California encuentra orgullo, identidad y conexión en los murales

Julia Celeste y Rogelio Santos

Es definitivamente un caso de las grandes mentes piensan igual.

Julia Celeste y Rogelio Santos son dos artistas dedicados a utilizar los murales para mejorar los lazos comunitarios en San Quintín, un valle rural agrícola pobre que está cerca de Ensenada pero también a un mundo de distancia de ella. Por separado, vieron la belleza y los problemas que les rodean y se les ocurrió la misma idea.

San Quintín es muy representativo de la migración hacia el norte de Baja California, no sólo de quienes esperan llegar a Estados Unidos, sino de quienes se sienten atraídos por las grandes explotaciones industriales y las fábricas fronterizas de Baja California.

En San Quintín, la agricultura es el rey, especialmente los tomates, las fresas y, en cierta medida, el marisco.

Las grandes explotaciones agrícolas necesitan grandes cantidades de mano de obra y, como ocurre al norte de la frontera, estas empresas buscan zonas empobrecidas para traer ayuda menos costosa.

Esa ayuda proviene de muchas partes de México, pero particularmente de los grupos indígenas de los estados de Oaxaca, Guerrero y partes de Puebla.

Estos emigrantes trabajan legalmente en su propio país, pero siguen compartiendo muchos de los mismos problemas a los que se enfrentan los que están más al norte: pobreza, discriminación, drogas y violencia. Pero quizás el problema más importante es el de la identidad. No importa dónde hayan nacido, en muchos sentidos no son ni de Baja California ni de sus estados de origen.

La viceministra de Cultura de San Quintín, Yohanna Jaramillo, dice que no es fácil llevar a cabo programas culturales aquí, ya que la mayoría de los residentes tienen poco tiempo libre y están dispersos en una amplia zona. Sin embargo, considera que estos esfuerzos son importantes, pero no para regalar cultura a los residentes, ya que ellos ya traen consigo ricas culturas artísticas, dice. Los programas buscan promover y encontrar nuevas formas de expresar estos diversos patrimonios.

Los murales inspirados y ejecutados por la comunidad han ido en aumento en México. En San Quintín, este trabajo se ha centrado principalmente en la experiencia de los inmigrantes. Celeste y Santos, en particular, han sido fundamentales en estos esfuerzos.

La familia de Celeste se trasladó a Baja California en la década de 1960, cuando su madre tenía sólo 4 años. Celeste mostró un gran interés por el arte desde muy joven, pero no tomó clases formales hasta los 15 años.

Su falta de titulación no le impidió crear una escuela de arte para niños en el garaje de su familia. Con los años, las clases que impartió formaron una pequeña comunidad artística en su barrio de San Quintín.

Se involucró con el ministerio de cultura del municipio, que añadió el trabajo mural a un programa ya existente, Culturas Comunitarias, que documenta las diferentes etnias del valle.

Gracias a este trabajo, Celeste consiguió realizar dos murales de 30 metros cuadrados con ayuda financiera del gobierno antes de que la pandemia pusiera el programa en pausa.

La vida de Santos es representativa de la experiencia indígena mixteca en Baja: nacido en Juxtlahuaca, Oaxaca, emigró allí cuando tenía 5 años, pero él y su familia han mantenido los lazos con su ciudad natal.

Al igual que Celeste, el talento y el interés de Santos surgieron pronto, con un añadido: encontró en el arte una forma de superar las actitudes discriminatorias de otros niños en la escuela.

Estudió arte en la Universidad de Baja California, en Ensenada, y luego en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca. Cree que ambas experiencias son una parte importante de lo que es.

Santos tuvo una trayectoria más tradicional con exposiciones individuales y colectivas de 2011 a 2017, pero desde entonces se ha dedicado a proyectos artísticos comunitarios tanto en Baja California como en Oaxaca.

El primer proyecto, Colores de mi entorno: Muralismo sobre la transculturalidad, se realizó en 2018. Con financiamiento federal, comenzó con un taller de muralismo e identidad, para luego crear murales en diversos puntos de San Quintín. Al principio tuvo que recurrir a conexiones personales para conseguir voluntarios que pintaran con él, pero una vez que se corrió la voz sobre el proyecto, llegó más gente.

Santos considera que el proyecto fue un gran éxito, no porque tuviera una importante cobertura mediática local, sino porque involucró a jóvenes de diversas etnias e incluso a los marginados por el consumo de drogas.

Desde entonces ha realizado otros dos proyectos llamados Memoria de mi Valle, y Pintura Experimental con el Centro Cultural de Tijuana, ambos en 2019.

Celeste y Santos crearon sus programas por separado, pero su trabajo comparte elementos importantes.

Ambos se centran en temas de migración, trabajo agrícola, belleza natural y culturas indígenas. Ambos integran los rostros de personas reales del valle, en algunos casos utilizando murales para honrar a personas concretas, como una mujer indígena triqui que trabaja para preservar las tradiciones de tejido de su pueblo y otra que lleva años manteniendo limpio un parque local.

Ambos diseñan sus proyectos para permitir la máxima participación del público, recurriendo a pinceles y acrílicos en lugar de pintura en spray. Los artistas colocan el boceto en la pared y los voluntarios rellenan las líneas, al estilo de los libros de colorear. En algunos casos, Santos añade toques más avanzados, como el sombreado.

Santos dice que los murales son una forma de resistencia cultural que permite a los inmigrantes conservar la mayor parte posible de su patrimonio original. También sirve para que jóvenes de distintas etnias trabajen juntos, en armonía, como dice Celeste. Esto es importante porque hay rivalidades interétnicas que contribuyen a la violencia en San Quintín.

A pesar de su buena suerte al conseguir financiación gubernamental para sus esfuerzos, Santos admite que no es suficiente, especialmente a largo plazo. Busca crear campañas de recaudación de fondos relacionadas con sus proyectos que puedan venderse, como calendarios.

– Se puede contactar con Julia Celeste en Facebook en o a través de Instagram.

– Se puede contactar con Rogelio Santos por correo electrónico o en Facebook o a través de Instagram.

Leigh Thelmadatter llegó a México hace 18 años y se enamoró de la tierra y la cultura, en particular de su artesanía y su arte. Es autora de Cartonería mexicana: Papel, pasta y fiesta (Schiffer 2019). Su columna de cultura aparece regularmente en México News Daily.

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