Pese a que un tribunal italiano dictaminó que el uso excesivo del teléfono móvil podría desarrollar un tumor en el cerebro, estudios revelan que las tasas de tumores cerebrales han ido desapareciendo.
Al contrario de lo que se creía, las personas que pasan mucho tiempo usando su teléfono celular no son más propensas a que desarrollen un tumor cerebral, a aquellas personas que no lo utilizan, las ondas de radio no son capaces de dañar el ADN.
“Posibles cancerígenos”
Con estas evidencias, aún así la Agencia Internacional para la Investigación del cáncer clasifica las ondas de radio como “posibles cancerígenos”. ¿Qué significa esto? Como explica la propia AIIC, “los estudios hasta la fecha no nos permiten descartar una relación entre uso de móviles y tumores cerebrales, aunque las evidencias tampoco existen”.
Por lo tanto, como más vale prevenir que curar, sitúan a los teléfonos un su lista 2B, que incluye elementos los cuales “hay existencias limitadas de carcinogenicidad en humanos, y menos pruebas de carcinogenicidad en animales de experimentación”. De hecho, en esta lista se sitúan elementos tan peligrosos como por ejemplo… el áloe vera.
En este sentido, el problema es que la ciencia no puede probar su completa inocuidad, incluso con un número infinito de estudios. Siempre habrá una pequeña posibilidad de que, de algún modo u otro, estemos obviando algo. Es por eso que la AIIC no tenga una lista de cosas que se conocen por “no causar cáncer”.