(A Todo Momento – El nacional) — Las delirantes peroratas, acompañadas por una sardónica sonrisa, que vocifera a diario Nicolás Maduro, una vez más hacen patente que en Venezuela se confrontan dos visiones de país: la primera, histórica e intelectualmente agotada; social y políticamente inviable y, especialmente, profundamente autoritaria, ineficiente, corrupta, injusta y excluyente.
Esta visión pretende construir una sociedad totalmente controlada por el Estado sobre la premisa que limitar y adocenar el crecimiento individual es fundamental para alcanzar una utópica sociedad de iguales. En esa visión, al ser humano se le niegan los derechos a su libre albedrío, progreso y bienestar individual.
Sin lugar a duda; esas dos concepciones acerca del país que queremos tener, colocan el debate político en una disyuntiva histórica sobre cuál es la más conveniente y deseable, puesto que el predominio de una de ellas marcará nuestro futuro y el de nuestra sociedad. Se trata entonces de dirimir, de una vez por todas y transitando distintas vertientes y estrategias, la controversia entre una visión comunista de modelo social o una que proyecte el emprendimiento individual y el bienestar colectivo; como premisas fundamentales para alcanzar la modernidad y el crecimiento de nuestras perspectivas como país.
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Los opositores, más allá de la MUD y de otras organizaciones disidentes, enfrascados en la discusión sobre las estrategias y acciones por seguir y adoptar, estamos fundamentalmente comprometidos a construir un país mejor: democrático; inclusivo, plural, tolerante y vigoroso.
Hemos asumido un compromiso explícito de poner en práctica, en su oportunidad, aquellas políticas y acciones que potencien las competencias y capacidades de los individuos, y que permitan al ciudadano identificar sus oportunidades en cualquier ámbito, ocuparse de ellas y gestionar libremente diversos recursos con la finalidad de desarrollar soluciones factibles, perdurables y competitivas, en un marco ético de compromiso con el desarrollo y el bienestar colectivo.
Esa es la propuesta opositora, múltiple en sus orígenes y procederes, pero unicolor en su objetivo de salvar la República como un imperativo imposible de soslayar y por eso asocia, con la premisa de la unidad, tantas capacidades, talentos y conocimiento. Representa una alternativa sólida, confiable, racional y patriótica, concentrada en los temas centrales con vistas al futuro y para liberarnos de los desvaríos populistas y autoritarios que enriquecen a unos pocos y hunden en un pozo sin fondo a toda la nación. Es el rescate del mérito, la constancia, la decencia y el manejo pulcro de la cosa pública.
A pesar de la controversia creada por el fraudulento resultado de las elecciones regionales; la oposición responsable e inequívocamente sigue firme en su empeño y compromiso de poner fin al autoritarismo, a las arbitrariedades; a la corrupción monstruosa y a los desatinos de quienes, por ahora; mal conducen al país. La lucha por una Venezuela digna y con futuro, continúa.
Vía El Nacional