CLAP es un acrónimo para Comité Local de Abastecimiento y Producción. Los tales CLAP consisten en cajas contentivas de alimentos, casi todos importados y de muy mala calidad.
Representan una brutal distorsión del sistema de producción y distribución de alimentos, que está destinado al fracaso simplemente porque es la forma más ineficiente y costosa para cumplir con el objetivo.
A lo largo de la historia se han ido estableciendo mecanismos que se basan en redes de distribución de los bienes de consumo que requiere la sociedad, mediante establecimientos comerciales de todo tipo, que van desde simples bodegas hasta grandes cadenas de supermercados, pasando por proveedurías, cooperativas, mercados de mayoristas, mercados municipales, mercaditos vecinales, mercados informales, de campesinos y productores, etc.
Las redes anteriores constituyen la forma natural cómo los productores hacen llegar alimentos desde el campo y las agroindustrias hasta los consumidores finales, en los diferentes centros poblados. Los transportistas juegan un papel fundamental.
No se trata de una organización improvisada; por el contrario, la razón por la cual operan así es porque es la forma más eficiente y económica de cumplir con el objetivo que se busca. Es por ello que es el mismo tipo de estructura que opera en todos los países del mundo.
El problema para los gobiernos autoritarios y dictatoriales es que al final del día se pierde el control sobre los consumidores. Se agrava cuando como consecuencia de circunstancias políticas se destruye el aparato productivo y se desatan situaciones de escasez de graves proporciones como las que existen en Venezuela. Son el resultado de políticas económicas absurdas que ocurren cuando los gobernantes pretenden controlarlo todo, desde el tipo de cambio hasta los precios de todo lo que se vende. Ello, aunado a la falta de seguridad jurídica, termina por asfixiar al aparato productivo y desestimular las inversiones que son la única vía para lograr un aumento de la oferta y una reducción de los precios.
Pero la situación se complica con dos elementos que terminan por transformarla en una crisis humanitaria.
El primer elemento es de carácter político. El régimen está utilizando los CLAP como un medio para controlar a la población por hambre. Es quizá la forma más perversa e ineficiente que se pueda imaginar. Hacen llegar estos alimentos hasta las casas mismas de los ciudadanos, a pesar del alto costo de hacerlo, para que así sientan más la amenaza y el chantaje que se les plantea: o nos apoyas o no comes.
Pero de la perversión se cae en la amoralidad, cuando además se mezcla el elemento corrupción a gran escala. Hay personas vinculadas al régimen que están haciendo groseras fortunas con esta política absurda. Veamos: casi todo el contenido de las cajas CLAP son alimentos importados. Recordemos que para la importación de alimentos rige un tipo de cambio conocido como Dipro, con un tipo de cambio de 10 bolívares por dólar.
A quienes reciben estas cajas se les cobra 10.000 bolívares por cada una (me informan que próximamente aumentarán a 20.000 bolívares). En todo caso, al tipo de cambio indicado, esos 10.000 bolívares equivalen a mil dólares.
Están estafando a los venezolanos más pobres. Ellos, por supuesto, no están enterados ni comprenden la situación. No se dan cuenta de que los están utilizando para enriquecer vilmente a algunos enchufados.
Cabe preguntarse, ¿cuánto cuesta en realidad el contenido de una caja CLAP? No sé si siempre traen los mismos productos. A la que tuve acceso tenía solo renglones importados provenientes de México, cuyos costos expresados en dólares eran los siguientes:
6 latas de atún con un peso de 140 gr cada una y un costo total de 2,30 dólares. 2 kilogramos de azúcar con un costo total de 2,10 dólares. 1 litro de aceite vegetal con un costo de 0,91 dólares. 2 kilogramos de harina de maíz con un costo total de 1,19 dólares. 1 kilogramo de leche en polvo con un costo de 4,77 dólares. 4 kilos de arroz con un costo total de 2,59 dólares. 1 kilo de pasta (letras) con un costo de 0,73 dólares. 1 kilo de pasta (coditos) con un costo 0,87 dólares. 1 pote de mayonesa de 190 gr con un costo de 0,45 dólares. 1 frasco de salsa de tomate de 220 gr con un costo de 0,44 dólares.
El costo total del contenido de esa caja CLAP en su país de origen es de 16,23 dólares, que a razón de 10 bolívares por dólar (tipo de cambio Dipro), totaliza 162,34 bolívares; sin embargo, a los ciudadanos venezolanos más pobres se la están cobrando a Bs 10.000 bolívares; es decir, el equivalente a 1.000 dólares a ese mismo tipo de cambio.
Los CLAP constituyen, pues, una cínica estafa, una estupidez económica, una vagabundería política y un brutal hecho de corrupción.