(A Todo Momento) — La situación económica del país afecta a toda la estructura de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Aunque un pequeño grupo reciba privilegios, no son más que eso, apenas un número reducido de quienes tienen acceso por razones de cargo, más que de rango, a los beneficios que de su ubicación laboral o de comando tengan.
Por Sebastiana Barráez | Infobae
Lo que alguna vez significó un gran atractivo para entrar a la institución armada, se ha perdido con el tiempo y la crisis. Es por ello que una de las razones más fuertes para desertar, son los bajos salarios. No importa cuántos aumentos se hayan dado en los últimos años, porque la brutal inflación se come el salario. No hay manera que con lo que gana un militar pueda cubrir la canasta básica.
Revisando el tabulador del salario de un General de División, observamos que llega a 177.774 bolívares (10 dólares), que con los descuentos le queda en 145 mil (8 dólares). Si le suma lo depositado por la Caja de Ahorro pues termina recibiendo poco más de 154 mil bolívares, más los bonos. En el caso del general de Brigada su salario es de Bs. 161 mil (USD 9), que con los descuentos se reduce a Bs. 135 mil.
Un coronel gana aproximadamente Bs. 160 mil (USD 9), más un bono compensatorio de unos 55 mil y 25 mil por bono de alimentación. Con los descuentos le queda en cerca de 221 mil.
En el caso de un Primer Teniente, con ocho años de antigüedad, su salario es de 150 mil bolívares (USD 8,5). Un Sargento Mayor de Segunda con 12 años de servicio recibe 120 mil bolívares. Un Sargento Segundo llega a 110 mil bolívares (USD 6,2).
Los salarios tienen pequeñas diferencias de acuerdo a los bonos que les asignan por el cargo que ocupe. Hay que resaltar que en el último día de julio depositaron el llamado bono de lealtad al que llamaron Bono Defensivo Territorial más una Retribución Especial que llegó a ser de unos 57.300 bolívares. A los militares activos les dieron un bono de casi Bs. 200 mil, que no se lo dieron a los oficiales retirados.
Los ingresos varían un poquito en el caso de los militares que reciben primas, por ejemplo aquellos ubicados en frontera.
A los generales que están en Caracas, además de las cajas de CLAP, que reciben todos los militares, les dan una caja de alimentos aparte y más resuelta en cuanto a cantidad y calidad, que la del CLAP.
Un número importante del generalato y almirantazgo, a excepto de aquellos que están comandando, depende de las dádivas de sus subalternos o de amigos que los financian para sobrevivir.
Anteriormente, cuando un miembro del generalato o almirantazgo se iba de la Fuerza Armada, ya cumplido su tiempo de servicio activo, le daban un vehículo Toyota cero kilómetro. El oficial pasaba a disfrutar de su retiro.
Algunos montaban empresas, se iban a sus fincas o sencillamente se dedicaban a disfrutar de sus familias.
El alto oficial ahora no sale ni con una patineta en mano, tampoco con un sueldo que le permita vivir ni mantener a su familia. La única certeza que tiene es que debe dedicarse a trabajar en cualquier cosa si quiere sobrevivir.
El Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (IPSFA) y los hospitales militares, especialmente el “Dr. Carlos Arvelo” de Caracas, significaban para los militares la garantía de su seguridad social y atención médica segura.
En los lugares donde hay hospitales militares en diversos sitios del país, se caracterizaban por su excelente atención, equipos médicos y servicios necesarios. Eso ha cambiado hoy sustancialmente.
Antes de la llegada de la revolución al poder, esos centros asistenciales eran esencialmente para la atención del militar. Pero a Hugo Chávez se le ocurrió un día abrirle la puerta para la atención de civiles y militares, con la excusa que Fuerza Armada y pueblo se compenetrarían. Hoy en día no sirven los hospitales públicos y tampoco los militares.
En el hospital militar de San Cristóbal “Cap (Av) Guillermo Hernández Jacobsen” ya casi no hay médicos, aún cuando tiene un significado muy importante por estar ubicado en zona de frontera y por ello es constante la atención que deberían prestarle a militares que resulten heridos por los enfrentamientos y actividades propias de la zona fronteriza.
El Hospital Militar Universitario de Caracas Dr. Carlos Arvelo era de tal importancia que muchos médicos militares de otros países venían a entrenarse en él y a hacer posgrados. Hoy a duras penas presta los servicios, con graves deficiencias, a los militares venezolanos.
En cuanto al IPSFA hoy no es ni remotamente lo que alguna vez fue. Hasta hace un par de años, los militares y sus familiares tenían cubierta la hospitalización, cirugías, maternidad, las medicinas, incluso las de enfermedades graves. Hace ya varios años que, ante la escasez de medicamentos, la red de farmacias que los suministraba no puede cumplir los convenios. Así fue como los militares y sus familias empezaron a recorrer las farmacias, a buscar entre amigos, a colocar avisos en las redes sociales y en los medios de comunicación para conseguir el medicamento que requerían.
El seguro médico de la Fuerza Armada es Horizontes que ya no cubre ni las cirugías cuando los pacientes militares lo requieren. Casi ninguna clínica del país lo acepta.
Por razones desconocidas Nicolás Maduro le dio la misión principal al Ipsfa de repartir vehículos, viviendas y otros beneficios que cumplían con un perfil más propagandístico que de seguridad médico asistencia ni social.
Fue un grave error porque se convirtió en un instrumento que dio paso a la corrupción, cuando varios oficiales lograron monopolizar el acceso a los vehículos, a cambio de fuertes sumas de dinero. Y así cada día el IPSFA ha ido perdiendo su más fuerte razón de ser.
Aunque en la Fuerza Armada hacen esfuerzos por satisfacer las necesidades de la tropa o militares de bajo rango, cada día es más difícil evitar que abandonen la institución, por lo que las deserciones son alarmantes y ha llevado a que Nicolás Maduro ordene llenar los espacios vacíos con personal de la Milicia Bolivariana.
La crisis en la institución militar conduce, además, a que haya gran cantidad de militares delinquiendo, bien sea en atracos, extorsiones, robo de armas, narcotráfico, etcétera. Es progresivo y parece inevitable el deterioro de la institución castrense.