(A Todo Momento) — Este domingo en Pakistán se respiraba un ambiente motivado por la marcha islamista que tendría lugar en la capital Islamabad, reseñó Swissinfo.
A primera hora de la tarde, miles de manifestantes seguían ocupando un puente de carretera como hacen desde hace tres semanas, paralizando la principal vía de acceso a Islamabad, lo que obliga a miles de viajeros a pasar horas en los transportes cada día.
“Fuera de control”, “Caos en la capital”
La prensa paquistaní no ahorraba titulares un día después del fracaso de la policía en desalojar a los centenares de manifestantes islamistas atrincherados en ese lugar.
Al menos siete personas resultaron muertas y 230 heridas en los enfrentamientos que hubo el sábado entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes.
“Mal preparada”, la operación sólo consiguió reforzar la determinación de los manifestantes, y la ola de protestas se ha extendido a otras ciudades como Karachi y Lahore, según el diario Dawn.
El gobierno de Pakistán llamó el sábado al ejército a intervenir para reinstaurar el orden en Islamabad. Pero el poderoso ejército paquistaní aún no se ha pronunciado públicamente.
Ningún militar era visible este domingo en el lugar de la manifestación, donde policías y manifestantes se hallaban frente a frente.
La protesta está dirigida por un grupo religioso poco conocido, Tehreek-i-Labaik Yah Rasool Allah Pakistan (TLYRAP), que exige la dimisión del ministro de Justicia, tras una polémica sobre una enmienda -finalmente abandonada- a una controvertida ley sobre la blasfemia.
Los miembros o simpatizantes del grupo impiden, en ocasiones de forma violenta, que decenas de miles de paquistaníes lleguen cada día a la capital, donde muchos de ellos trabajan.
Desde que empezaran las protestas, los trayectos duran horas.
Un niño de ocho años murió por no haber podido ser llevado a tiempo al hospital.
Confusión
La protesta no se limita a la capital. En la megalópolis portuaria de Karachi, al sur, la policía evacuó este domingo varias ‘sentadas’, aunque muchas otras seguían produciéndose, según un periodista de la AFP.
La situación es idéntica en Lahore, donde centenares de manifestantes pasaron la noche en la calle, en diferentes lugares de la ciudad.
Esta crisis se produce en un momento difícil para el poder civil, pocos meses después de la caída por corrupción del primer ministro Nawaz Sharif y a algunos meses de unas elecciones legislativas que se anuncian inciertas.
El actual gobierno, liderado por un fiel a Sharif, Shahid Khaqan Abbasi, es criticado desde hace varios días por su lentitud y torpeza en la gestión de la crisis.
El ejecutivo ha sido calificado de “débil” por tardar en evacuar por la fuerza a los manifestantes, debido al temor a que esa decisión tenga un alto coste político, a menos de un año de las legislativas.
Los manifestantes forman parte de la secta barelvi, del movimiento sufí, una versión mística del islam percibida como moderada.
Pero la ejecución el año pasado de uno de sus miembros, Mumtaz Qadri, por el asesinato del gobernador liberal de Punyab, Salman Taseer, debido a sus posiciones sobre la blasfemia, han conducido a algunos de ellos a adoptar una línea dura en este tema.
Vía Swissinfo