(A Todo Momento) — Ocho días después de que Vozpópuli desvelara el encuentro entre la vicepresidente venezolana Delcy Rodríguez y el ministro José Luis Ábalos en Barajas, la posición de España con respecto a la dictadura de Nicolás Maduro ha dado un giro. Para el presidente editor del diario El Nacional, Miguel Henrique Otero, los motivos saltan a la vista: el régimen busca privatizar la desmantelada petrolera estatal Pdvsa y Repsol es uno de los principales candidatos que podría comprarla.
Por Karina Sainz Borgo/ Vozpópuli
Otero está convencido de la abierta y manifiesta injerencia de Podemos en la política exterior de España. Sus vínculos como asesores del régimen de Maduro condicionan y empañan cualquier iniciativa, asegura. Hijo del intelectual, escritor y político Miguel Otero Silva, quien junto con su padre, Otero Vizcarrondo, fundó en 1943 el diario El Nacional, le ha tocado ahora dirigir el medio desde el exilio. No ha podido volver a Venezuela desde 2015 cuando Diosdado Cabello, jerarca del chavismo y el madurismo, lo demandó por difamación. En 2017, Mariano Rajoy aprobó concederle la nacionalidad por la vía excepcional del real decreto al entender que Otero corría peligro.
Acerca de la causa que lleva adelante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz para investigar los pagos millonarios que la petrolera estatal venezolana Pdvsa realizó al ex embajador de España en Venezuela Raúl Morodo, el editor asegura que era un secreto a voces. Sobre los casos de corrupción, la situación de la oposición venezolana y las actividades ilícitas del régimen bolivariano, incluida la reunión con Delcy Rodríguez, habla en esta entrevista concedida a Vozpopuli.
—¿Qué opina del episodio de Delcy Rodríguez y, todavía más, de las muchas versiones contradictorias del ministro Ábalos?
—El gobierno de Pedro Sánchez está influenciado por Podemos. Nombraron como canciller a una figura sin trayectoria ni peso, independientemente de que estuviese preparada, porque es obvio que la política exterior la van a llevar desde el gabinete. Lo de Delcy parece un detalle con respecto a la verdad: Podemos determina las actuaciones del gobierno, dada su relación con la revolución bolivariana.
Delcy Rodríguez como episodio compromete también la política interior en España. Hay un tema policial. Esa mujer está sancionada y tiene prohibido entrar a Europa.
Yo veo la llegada de Delcy Rodríguez como un asunto de política exterior española. Sánchez no recibió a Guaidó, independientemente de que lo haya reconocido. Venezuela está en dos vías con España: la reactivación del Grupo de Contacto para restablecer un diálogo que ha fracasado ya cuatro veces y que sólo beneficia al régimen para ganar tiempo, y la privatización de Pdvsa. En ese proceso Repsol es un actor fundamental.
—¿Sería el comprador ante una posible venta de Pdvsa?
—Es una de las dos o tres empresas con las que están pensando privatizarla. Venezuela producía 3,2 millones de barriles diarios. El plan del presidente Rafael Caldera (Miguel Henrique Otero se refiere a la segunda legislatura del líder demócrata-cristiano) era llevarla a 7 millones, con un proceso de incorporación de multinacionales. El régimen destruyó todo el país y de paso destruyó la gallina de los huevos de oro al desmantelar a Pdvsa con todo aquel asunto político y el despido de 20.000 trabajadores.
—¿Cuál es la situación actual? ¿Se puede comprar una compañía quebrada?
—Pdvsa no tiene dinero pagar a las multinacionales con las que trabaja, ni para comprar materiales. Solo pueden mantener la producción más sencilla, pero no pueden hacer inversiones ni mantener los pozos. Lo que están intentando es vender la empresa, que una compañía gestione todo a cambio de un impuesto. ¿Lo podrán hacer? No lo sé. Entra el tema ideológico y las confrontaciones internas. Lo cierto es que pasamos de 3,2 millones de barriles a 700.000.
—¿Cuál es el papel de esa diplomacia paralela de José Luis Rodríguez Zapatero?
—Zapatero es muy cercano a Delcy Rodríguez. En cualquier intento de negociación, él va a tener un papel importante.
—¿Cree que existe una relación que enlaza a Zapatero y Maduro con la investigación al ex embajador Raúl Morodo?
—Raúl Morodo era el embajador de Zapatero en Venezuela y sus negocios con Pdvsa eran conocidos por todos. Era un asunto vox populi. Que Zapatero lo supiera o no, eso ya sería una especulación.
—¿Qué piensa del liderazgo de España en la UE con respecto a Iberoamérica?
—El idioma e Iberoamérica condicionan a España. Todos los países de la UE piensan que lo lógico es que sea España quien lidere ese tema. Pero la mayoría de los países de la UE son gobiernos de derecha o centro derecha y la posición de ellos contra Maduro es contundente. Si España da un viraje por la influencia de Podemos, va a entrar en contradicción con el resto y pone en riesgo su liderazgo.
—¿La financiación ilegal de Podemos invalidaría al gobierno como interlocutor?
—La financiación de la fundación de Monedero como pago por un servicio de asesorías corresponde a la forma de actuar que tienen ellos. Les pagaron a través de Cadivi, el órgano administrador de divisas. Son documentos públicos. En el caso de Bolivia la financiación la ha desvelado el nuevo gobierno. ¿Qué más puede existir? En Venezuela es difícil saberlo. Esta gente ha gastado 1 trillón, con dinero en efectivo, para movimientos armados, corrupción, etc. Podemos tuvo un papel preponderante cuando Chávez. Tenía oficina en el Palacio de Miraflores. Eso demuestra que hubo una relación económica.
—Cientos de víctimas de tortura, presos políticos, una represión brutal, hiperinflación, narcotráfico. ¿Cómo puede el régimen permanecer en pie con tantos frentes abiertos?
—Es la pregunta que se hace todo el mundo. Las dictaduras no son todas iguales. ¿Por qué no se va Maduro? Porque la suya es un régimen delincuencial que tiene secuestrado un país y que está involucrado con el narcotráfico y operaciones ilegales. Ese no es el procedimiento de los dictadores tradicionales, que siempre han sido corruptos, como también lo es Maduro, pero él y los suyos actúan como hampones.
—¿Cuáles son las fuerzas que apuntalan a Maduro?
—Son varias. Primero los cubanos, que han logrado con Venezuela lo que no había conseguido en sus anteriores incursiones. Tienen un régimen absolutamente sumiso, que hace todo lo que ellos dicen y que no les importa que la población se muera de hambre o que haya una diáspora infinita. El único objetivo es mantener el poder. El segundo aspecto: tienen varios ejércitos. Las Fuerzas Armadas no están con Maduro y por eso las han ido desarticulando. Ni el Ejército, la Marina o la Aviación participan en la represión. Los únicos que participan son los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, que tiene relación con el narcotráfico.
Es una fuerza ideologizada y entrenada para esto. Luego están los colectivos, organizaciones paramilitares formadas por empleados públicos y que actúan con total impunidad. Andan armados, nadie los toca y funcionan con un elemento de contención a la protesta popular. Pero hay más, el régimen tiene alianzas con las FARC, el ELN y Hezbolá. Cinco estados venezolanos están en manos de la guerrilla colombiana, un tema no discutido en las mesas de paz en Colombia. A eso se suma la Policía Nacional Bolivariana, completamente ideologizada. El objetivo del régimen es mantenerse en el poder al precio que sea.
—No ha mencionado a la FAES, en sus manos están las ejecuciones extrajudiciales.
—No es nada nuevo. La FAES es la reconversión de la antigua Dirección de Inteligencia Militar que transformaron y rehicieron.
—¿Por qué no emerge una fuerza paralela dentro del propio chavismo que vaya contra Maduro?
—Tienen unos ejércitos muy efectivos para reprimir, pero en frente tienen una oposición muy grande, muy fuerte.
—Y muy dividida. ¿Cuántas partes tiene la oposición a Maduro?
—Podríamos explicar la oposición por capas: la del chavismo-madurismo, un sector del régimen que ya es disidente y va en aumento. Stalin los fusilaba, pero Maduro los aísla. Es lo que pasó con Luisa Ortega o el Pollo Carvajal. Luego está la oposición institucional light, representada en Guaidó y los partidos. Le sigue la oposición radical, representada en María Corina Machado, Antonio Ledezma y Diego Arria. Luego está la resistencia, gente que no está metida en las capas que mencioné, y que se mezcla con los que están en la clandestinidad, con las de asambleas de ciudadanos o líderes estudiantiles y luego están los militares.
—Que están entre la sospecha y la purga…
—Ha habido 8 rebeliones en 2 años. Las han desvelado todas y hay 200 militares presos, muchos torturados, que siguen actuando. A eso, finalmente, hay que sumar los otros países. Entendemos la lucha contra las dictaduras como una manera de evitar que se vulneren los derechos humanos en un país, porque son un valor universal. Pero la dictadura de Venezuela incide en la realidad de otros países. Por ejemplo, organiza el narcotráfico, 40% de la cocaína que llega a Europa viene de Venezuela, que no la produce pero la gestiona. Luego está la diáspora venezolana, a Colombia han llegado 2 millones de personas y lo mismo al norte de Brasil. Hay que tomar en cuenta, además, el apoyo a narcoguerrillas y grupos desestabilizadores vía el Foro de Sao Paulo. Todas esas capas actúan a la vez.
—Zapatero dice que la Operación Guaidó fracasó. Independientemente del lenguaje que emplea, la verdad es que no ha cuajado. ¿Por qué?
—Mientras no salgamos del régimen todos habremos fracasado: la resistencia, Donald Trump, los militares, la oposición. Por esa lógica, hasta que no salga el régimen todos habremos fracasado. No es Guaidó, hemos fracasado todos.
—El Nacional, el periódico que usted dirige, publicó que Diosdado Cabello tenía relación con el narcotráfico…
—Tengo cinco años fuera por una denuncia y una orden impuesta por el Gobierno.
—¿Se ha sentido hostigado, incluso estando fuera?
—Este es un país seguro. Aquí no llegan. La gente piensa que Maduro tiene sicarios buscando gente por el mundo. Yo no los he visto, en ninguna parte.
—Dos testigos que declararon en el juicio de drogas contra los sobrinos de Nicolás Maduro aparecieron muertos.
—Pero es un tema de narcotráfico, no político.
—Juan Carlos Márquez, secretario general de Pdvsa, que prestó declaración en el caso de corrupción que involucra a Morodo, apareció colgado.
—Quizá se suicidó… Lo que intento decirte es que no va a ocurrir algo como el asesinato de Orlando Letelier. Al menos yo no tengo información de que así sea.
—¿Cómo se dirige un periódico desde el exilio?
—En Venezuela los medios han desaparecido a su mínima expresión. Ya no hay papel para imprimir y las webs críticas con el régimen no las puede ver nadie. Las bloquean. Ni la web de El Nacional, ni ese otro periodismo combativo de calidad, que se ve fuera pero no en el país. En Venezuela bloquean esas páginas y el acceso a Internet cada día es de peor calidad. ¡Ni siquiera CNN en Español se puede ver en Venezuela!
—El Nacional apoyó a Hugo Chávez en 1998. Personas del entorno institucional del periódico trabajaron en el primer gabinete de Hugo Chávez. Veinte años después, ¿qué piensa?
—El Nacional es un periódico crítico, siempre lo ha sido. A partir del primer gobierno de Caldera cada gobierno fue peor que el anterior, hasta llegar a este horror. El Nacional siempre se colocó del lado de la crítica. Lo hizo cuando gobernó Acción Democrática o Copei. Veamos, Hugo Chávez no llegó a la política con el discurso del comunismo, sino con la tercera vía, el capitalismo humanista de Blair. El país estaba marcado por la corrupción y el deterioro institucional. En ese contexto Hugo Chávez cohesionó a los sectores populares.
Quienes dicen y recriminan sobre cómo no se visualizó lo que iba a pasar, es muy sencillo decirlo ahora.
Un mes después de ganar las elecciones de 1998, tenía 85% de popularidad, todo el mundo estaba con Hugo Chávez. Ahora nadie estuvo con Chávez. ¿Qué? ¿Eran todos fantasmas? Chávez llega con una plataforma y un discurso que fue modificando. Él, que era el gran defensor de los medios y la libertad de expresión, puso en marcha esa idea populista de que el líder es el pueblo. Por tanto, cuando se le atacaba a él, se atacaba al pueblo. Ahí empezó todo.
—¿El Nacional, como otros medios privados, creyó que era posible cabalgar al tigre? ¿Pensaron que Chávez era manejable?
—El hecho de que no tuviera ataduras hizo a todos pensar que lo podrían manejar. El poder es así. Pero quien en verdad lo manejó no fueron los empresarios venezolanos, fue Cuba.
—¿Cuándo acaba el “buen chavismo”? Si existe una cosa como esa…
—Nunca hubo buen chavismo en la práctica. Tenían un discurso bueno pero actuaban mal, desde lo gerencial hasta políticamente. Para ellos actuar era destruir. Por ejemplo, Chávez desmanteló el Pacto Andino e impulsó el Mercosur. Allí no había un proyecto, era solo destrucción.
—La diáspora tiene un perfil trágico, pero también hay una burguesía vinculada al gobierno que se ha implantado en España, creando ruido. ¿Tiene información?
—Cuando se habla de los boliburgueses que compran pisos en el barrio de Salamanca, hay que aclarar algunas cosas. Sí hay unos individuos que se han dedicado a comprar pisos, pero muchos venezolanos ya tenían dinero fuera. Eran sus ahorros. ¿Que puede haber sido dinero por corrupción? La hubo con Carlos Andrés Pérez, con Lusinchi, pero la compra de propiedad horizontal en Madrid no corresponde solamente a los boliburgueses. En Venezuela hubo una distribución de la riqueza complicada. Había mucha pobreza y una capa también de gente rica.
—¿Podría ser más claro, por favor?
—Antes de la llegada de Chávez ya había mucha gente aquí con apartamentos. Después vino esta gente, pero… ¿cuál es el porcentaje de individuos que han hecho negocios ilícitos con el gobierno con respecto a los anteriores? Además, el modelo de acumulación diseñado por Jorge Giordani fue la cosa más nefasta. ¿Cuántos se beneficiaron de esa política cambiaria que era una forma de expoliación? De eso se beneficiaron el Santander, el BBVA, los amigos del régimen… mucha gente. Si cae el régimen y hay una justicia transicional, ¿podrán juzgar esas operaciones? En Venezuela se fundieron 1 trillón de dólares de los que no queda ni una carretera. Hubo corrupción y despilfarro, representado en esa política cambiaria.
—Es usted hijo de Miguel Otero Silva, uno de los mayores intelectuales del siglo XX venezolano. ¿Qué pensaría su padre hoy?
—La gente pensante de la izquierda no apoya al régimen. Ya no existe la URSS, ni la Guerra Fría. El mundo no es el mismo. No tiene comparación con el régimen. Los izquierdistas que conozco son totalmente antimaduristas.