(A Todo Momento) — El presidente cubano Miguel Díaz-Canel, en una ronda de intervenciones con varios ministros de su gabinete, solo profirió imprecisiones, nerviosismo y bravuconerías intentando explicar al pueblo causas y consecuencias de la actual crisis económica y financiera que atraviesa la Isla.
Durante el programa televisivo Mesa Redonda, en la tarde de este miércoles, Díaz-Canel concluyó su comparecencia con la consigna de: “Estos son tiempos de patria o muerte”. No sin antes acusar de “criminal y asesino” al gobierno de los Estados Unidos, a quien históricamente el régimen de La Habana ha utilizado, desde enero de 1959, como cabeza de turco para encubrir la ineficacia de sus gestiones de gobierno.
Aseguró Díaz-Canel, en al menos una docena de ocasiones durante sus intervenciones, que la actual crisis del transporte, del desabastecimiento de combustible, de alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad, no eran síntomas que pudieran desembocar en un segundo episodio del llamado “Período Especial2 que azotaría al país tras la caída del régimen soviético.
“La situación es coyuntural [y] tenemos un plan”, auguró el mandatario, y más adelante informó sobre la existencia de barcos de comida, y de otro barco de combustible. Este último, dijo, no podía ser revelada su procedencia para evitar que la administración estadounidense impidiera su arribo.
Estas afirmaciones de Díaz-Canel van en dirección opuesta a la realidad que acontece a lo largo del país, donde la carestía, la desesperación y la incertidumbre impulsa a que los ciudadanos cubanos se aventuren hacia las formas más dramáticas de escapar de la Isla, implicando riesgo de vida.
La única respuesta eficaz en su gestión de gobierno “tras ser designado como Jefe de Estado por el general Raúl Castro el 19 de abril de 2018” ha sido el aumento de actos represivos violentos contra grupos opositores. Al mismo tiempo se agudizaron las medidas de hostigamiento, chantajes y represalias contra periodistas y artistas independientes, activistas por los derechos humanos y miembros de la sociedad civil, esencialmente del sector privado.
Un llamado a la “austeridad” y el “ahorro” fue la exigencia de Díaz-Canel a una población que perdió toda esperanza cuando La Habana, atrincherada tras su retórica ideológica, decidió dar marcha atrás al proceso de normalización de las relaciones con Washington, y no corresponder a las concesiones de Barack Obama en ese sentido.
Soluciones
La tracción animal; la reorganización del transporte público; la paralización de actividades “sin mencionar cuáles”; el desplazamiento de puestos laborales y la multiplicación de la solidaridad ciudadana, fueron algunas de las sugerencias que el mandatario cubano enumeró como soluciones inmediatas para enfrentar un panorama que supone coyuntural.
Ante la cuestión sobre el aumento de interrupciones en el servicio de energía eléctrica en los últimos tres meses, Díaz-Canel alegó que “no es un problema de desabastecimiento [de combustible] sino energético”, pero acto seguido acotó que podrían ocurrir “apagones”, y que en tal caso también contaban «con un plan de información» a la población.
Apostar por el crecimiento del PIB, en medio de una crisis que obligaría al régimen a tomar medidas de emergencia, fue el colofón de una puesta en escena absurda y bastante contradictoria, en tanto el aumento del turismo internacional es la principal fuente de entrada de divisas, en un país donde la infraestructura toda transita de colapso en colapso.
No obstante asegurar que habrá una vigilancia estrecha para que el sector privado no especule con los precios de productos y servicios, lo cierto es que en las últimas dos semanas los precios del transporte privado aumentaron casi el doble provocando la indignación ciudadana y el silencio de las autoridades del régimen.
Aún en estas circunstancias, que la población cubana cataloga como “de mal a peor” en las disímiles encuestas, el ingeniero en electrónica Miguel Díaz-Canel afirmó que en su gabinete “hay espacio para la creatividad, pero no para la improvisación”.