(A Todo Momento) — El Departamento de Industrias Primarias, Parques, Agua y Medio Ambiente de Tasmania publicó un informe que detalla ocho avistamientos de una criatura que se cree extinta desde hace más de 80 años, algunos de ellos reportados hace tan sólo dos meses, lo que ha vuelto a poner en duda la posibilidad de que aún pueda estar vivo, publica Infobae.
Más allá de los rumores de su supervivencia, el tigre de Tasmania fue declarado extinto hace ochenta años. El último lobo marsupial o tilacino (Thylacinus cynocephalus) murió en cautiverio en el zoológico de Hobart en 1936: se llamaba Benjamín. La especie se asemejaba a un cruce entre un gato grande, un zorro y un lobo. Tenía pelo marrón amarillento, mandíbulas poderosas y una bolsa para sus crías como el canguro.
Entre los ocho avistamientos en los últimos tres años hay uno de una pareja australiana que visitó la isla de Tasmania en febrero, y que dijo haber visto a una de las criaturas cruzando la carretera. El animal “giró y miró el vehículo un par de veces y estuvo a plena vista durante 12-15 segundos. Tenía rayas en la espalda”, decía el informe. Ambas personas en el coche “están 100% seguras de que el animal que vieron era un tilacino”.
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Otro informe del mismo mes describía una “criatura parecida a un gato” que se movía a través de la niebla en la distancia, reportó CNN.
“Estoy acostumbrado a encontrarme con la mayoría de los animales trabajando en granjas rurales…pero nunca me he encontrado con un animal que se parezca a lo que vi en Tasmania ese día”, dijo el testigo.
En 2017, otro conductor reportó haber visto un posible tilacino en el noroeste de la isla. “Parecía seguro de que si era un gato, era uno muy grande”, decía el informe.
Más recientemente, en julio, un hombre en el sur de Tasmania, cerca de Hobart, informó haber visto una huella que parecía coincidir con la del tigre de Tasmania.
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El animal estuvo alguna vez presente en toda Australia pero hace 3.000 años la sequía lo confinó exclusivamente a la isla de Tasmania. Generalmente suele culparse de su extinción a la caza intensiva, incentivada por recompensas, pero podrían haber contribuido otros factores, como por ejemplo las enfermedades, la introducción de los perros, o la ocupación de su hábitat por los humanos.
En 2017, un estudio propuso que el animal estaba condenado a extinguirse antes de la llegada de los humanos debido a una declive en la diversidad genética. Otra investigación publicada en la revista Journal of Biogreography el mismo año determinó que el cambio climático provocado por El Niño-Oscilación del Sur (ENSO, por las siglas en inglés) contribuyó a la desaparición del tigre de Tasmania.