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LAS BOMBAS LACRIMÓGENAS QUE USA LA GNB ESTÁN PROHIBIDAS EN ALGUNOS PAÍSES, SEPA POR QUÉ

Buena parte de las bombas lacrimógenas que han llenado de gas tóxico el ambiente territorial venezolano provienen de Brasil.

Según cifras del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de ese país, cuya página puede consultarse en la Web, Venezuela compró, entre 2008 y 2011, a la compañía brasileña Cóndor 6,5 millones de dólares en perdigones y lacrimógenas de distintos tipos.

A pesar de que el presidente de la Comisión de Defensa y Seguridad de la Asamblea Nacional, William Fariñas, asegura que estas armas químicas “no son dañinas y están permitidas en países desarrollados”, muchos naciones desaconsejan su uso e, incluso, proliferan las propuestas para incluirlas en el conjunto de armas prohibidas por el Protocolo de Ginebra.

Universalmente es aceptado que las bombas de gas afectan el ambiente y su entorno humano —manifestantes y vecinos—, y aunque los fabricantes niegan las secuelas, su uso sistemático y la prolongada exposición al gas pueden generar, según su tipo, desde conjuntivitis y ceguera temporal, hasta insuficiencia cardiaca y daño hepatocelular (del hígado).

En apartamentos, edificios y otros espacios cerrados son de alta peligrosidad y, mucho más, cuando están vencidas, pues pueden provocar desenlaces letales, advertencia que expresamente agregan los fabricantes en sus cartuchos.

En San Cristóbal, Puerto Ordaz, Mérida y otras ciudades de Venezuela, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (observatoriodeconflictos.org.ve) denuncia el uso de bombas vencidas; y en la Universidad Central de Venezuela, un equipo coordinado por el doctor en Química Alberto Fernández reporta la recolección de una gran cantidad de cartuchos y restos explosivos, el 60% son fabricadas en Brasil y su composición química, de alta toxicidad, está siendo estudiada, aunque no se confirmó que estuvieran vencidas.

Además de la brasileña Cóndor, la Compañía Venezolana de Industrias Militares (Cavim), en asociación con la empresa española Falken, es otra de las eficientes suministradoras de las bombas de gas que casi a diario se disparan en Venezuela.

Alfredo Sainz Blanco

Foto: Samuel Hurtado