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¿Ya conoces los diferentes tipos de hepatitis?

Imagen: A Todo Momento

(Redacción A Todo Momento) — Según la OMS organización Mundial para la Salud, La hepatitis es una inflamación del hígado, la afección puede remitir espontáneamente o evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización), una cirrosis o un cáncer de hígado.

Los virus de la hepatitis son la causa más frecuente de las hepatitis, que también pueden deberse a otras infecciones, sustancias tóxicas (por ejemplo, el alcohol, determinadas drogas) o enfermedades autoinmunitarias.

La hepatitis A y la E son causadas generalmente por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Las hepatitis B, C y D se producen de ordinario por el contacto con humores corporales infectados. Son formas comunes de transmisión de estos últimos la transfusión de sangre o productos sanguíneos contaminados, los procedimientos médicos invasores en que se usa equipo contaminado y, en el caso de la hepatitis B, la transmisión de la madre a la criatura en el parto o de un miembro de la familia al niño, y también el contacto sexual.

La infección aguda puede acompañarse de pocos síntomas o de ninguno; también puede producir manifestaciones como la ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), orina oscura, fatiga intensa, náuseas, vómitos y dolor abdominal.

Hepatitis A

También denominada hepatitis infecciosa; esta variante es producida por el virus de la hepatitis A (VHA). Su transmisión se produce al consumir agua o alimentos contaminados por materias fecales que contienen el virus, y también por contagio de persona a persona, sobre todo si las condiciones higiénicas son deficientes.

Se trata de un tipo generalmente leve de hepatitis especialmente cuando ocurre en niños; de hecho, en numerosas ocasiones no se perciben síntomas importantes, por lo que la enfermedad no llega a ser diagnosticada. Cuando presenta síntomas, estos consisten en cansancio, ictericia (la piel tiene un color amarillento), inapetencia, náuseas y vómitos, y orina de color oscuro. Los síntomas suelen ser más graves en adultos que en niños. La afección no se cronifica y no daña al hígado de forma permanente, aunque en raras ocasiones puede surgir una complicación denominada hepatitis fulminante, que puede ser mortal.

Hepatitis B

La Hepatitis B o hepatitis sérica; es producida por el virus de la hepatitis B (VHB). El contagio se produce a través de fluidos corporales infectados, como la sangre, el semen, las secreciones vaginales, la saliva, las lágrimas y la orina. La transmisión suele producirse:

  • Al compartir jeringuillas contaminadas con la sangre de una persona infectada durante el consumo de algún tipo de droga.
  • Por contacto con material infectado como agujas de acupuntura, tatuajes, piercings, etc.
  • Cuando se comparten utensilios de higiene personal como máquinas de afeitar o cepillos de dientes.
  • Al mantener relaciones sexuales con una persona infectada por el virus.
  • Por una transfusión de sangre contaminada. Esta es una vía poco frecuente en la actualidad, ya que los controles y las medidas para evitar este tipo de accidentes se han incrementado mucho en los últimos años.
  • La madre puede contagiar al bebé durante el parto o la lactancia.

La hepatitis B tiende a cronificarse con facilidad, aunque algunos pacientes se curan por completo y se vuelven inmunes al virus, por lo que no vuelven a contagiarse. La enfermedad hepática de tipo B; se considera aguda si la infección se mantiene durante un periodo inferior a 6 meses.

Si después de ese periodo el virus permanece en el cuerpo del individuo, pasa a considerarse como un curso crónico, lo cual no implica necesariamente la presencia de síntomas. (Los portadores asintomáticos son una fuente importante de contagio, puesto que al no ser conscientes de que presentan la enfermedad, no toman medidas para evitar su transmisión). Se pueden diferenciar dos tipos de evolución en el curso crónico de la enfermedad: crónica estable y crónica persistente o activa, esta última tiene peor pronóstico y normalmente desemboca en cirrosis.

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Hepatitis C

Es causada  por el virus de la hepatitis C, se transmite por contacto directo con la sangre de una persona infectada. Sus principales formas de transmisión suelen ser:

  • Agujas o jeringuillas infectadas.
  • Transfusiones sanguíneas.
  • Hemodiálisis.
  • Mediante material infectado: sanitario, material para tatuajes, piercings, etc.
  • Durante el parto; transmisión madre-hijo.

Al igual que la hepatitis B, la forma C de esta enfermedad; tiene un curso agudo y un curso crónico, siendo este último el que suele desarrollarse con mayor frecuencia (85% de los casos). En la mayoría de los casos el paciente permanece asintomático, aunque la enfermedad puede progresar lentamente, por lo que existe riesgo de aparición de cirrosis y cáncer hepático.

Hepatitis D

Es la forma de hepatitis vírica más grave. El virus de la hepatitis D (VHD), también llamado hepatitis delta; se transmite por las mismas vías que el virus de la hepatitis B. Es un virus muy especial, pues necesita la existencia de una infección por el virus de la hepatitis B para poder sobrevivir en el ser humano. Por ello, cuando alguien está infectado por el VHD también está infectado con toda seguridad por el VHB. Esto se debe a que se envuelta externa del VHD está formada Por parte del VHB. Se estima que el 5% de los pacientes con hepatitis B están coinfectados por el virus de la hepatitis D.

Cuando se produce la infección simultánea por VHB y VHD; el paciente sufre síntomas agudos (ictericia, fiebre, malestar general, etcétera) que pueden llegar a ser muy graves. Si supera la fase aguda lo más probable es que consiga controlar ambas infecciones y, por lo tanto, cure las dos enfermedades.

En caso de que el VHD infecte a una persona que ya tiene la infección por el VHB; la evolución es diferente. No suele existir un cuadro con síntomas agudos graves pero la infección por el VHD, tiende a cronificarse con mucha frecuencia. La coinfección por VHB y VHD adquirida de esta manera desemboca muchas veces en una cirrosis hepática en unos pocos años, y se asocia a un riesgo alto de aparición de un cáncer hepático.

Lo grave es que muchas veces esta enfermedad pasa desapercibida y únicamente se manifiesta cuando la hepatitis se vuelve crónica o en momentos en que el paciente ya presenta cáncer en el hígado o una cirrosis.

Esta última es una cicatrización que hace que ese órgano pierda su capacidad funcional. De ahí que muchas personas sean portadoras de alguno de esos virus, sin saberlo. Y lo peor es que vienen a descubrirlo cuando algún médico les ordena un examen de sangre rutinario.

El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo y, por eso; cualquier alteración en su estructura resulta fatal. Conviene aclarar que las principales funciones del hígado son filtrar los alimentos, proteger al cuerpo de las infecciones, depurar y almacenar la sangre, transformar la energía para que sea utilizada por los músculos, nivelar el azúcar y el colesterol, remover bacterias y coordinar el sistema metabólico en el organismo. Hasta hace unas décadas se hablaba solo de un tipo de hepatitis, la A. Hoy en día se conocen siete virus (A, B, C, D, E, F y G) causantes de esta enfermedad. Todos pueden generar una hepatitis aguda que con frecuencia cede de manera espontánea al cabo de varias semanas.

 Hepatitis E

Es muy similar al de la hepatitis A, La transmisión del virus se realiza por vía oral-fecal con excrementos de personas infectadas. Hay que tener en cuenta que cuando el virus invade el organismo, éste comienza a eliminarlo a través de la bilis, la cual pasa a formar parte de las heces.

Aunque se cura en pocas semanas, provoca malestar general, vómito, dolor abdominal, fiebre, color amarillo de la piel y cambios en el tono de la orina. No deja secuelas, pero es importante que el paciente guarde reposo y no practique ejercicios fuertes ni se exponga a cambios de temperatura con el fin de que las defensas del cuerpo puedan dedicarse exclusivamente a atacar el virus invasor. La transmisión se evita siguiendo las normas básicas de aseo personal.

Hepatitis F y G

Estos virus no se han podido aislar, pero varios estudios médicos confirman que los microorganismos de la hepatitis F, son los responsables de casi todas las hepatitis fulminantes, con una mortalidad superior al 70 por ciento de los casos.

La muerte suele producirse por insuficiencia respiratoria, renal o problemas cerebrales. De otra parte, el virus G suele presentarse después de transfusiones de sangre o transplantes de órganos.

La ventaja es que no produce cuadros clínicos graves que trastornen la función del hígado. Por último; es importante anotar que toda persona con cualquier tipo de hepatitis requiere un manejo médico especializado y medidas extremas de higiene para evitar convertirse en focos de contaminación.

En estos casos hay que aislar los implementos de aseo y no donar sangre, esperma, plasma u órganos corporales. Asimismo, es necesario mantener una alimentación balanceada, que permita reforzar el sistema inmunológico, y evitar el consumo de bebidas alcohólicas, ya que esto acelera el progreso de la enfermedad.

Especial ATM Por Luz Medina