Inicia la apertura de la Copa del Mundo Brasil 2014, la ciudad cede del partido inaugural se encuentra sumergido en zozobra con cuatro protestas.
Los inconformes han logrado dividir a la opinión pública, y hoy más de la mitad de los brasileños piensa que el evento no le traerá beneficios al país.
Aún es un misterio del porque iniciaron las protestas en un país que durante una época creció a ritmos de 7%, que sacó de la pobreza a 40 millones de personas y de la pobreza extrema a más de 30 millones, en tan sólo una década. Brasil está mejor que hace 10 años. Por lo menos es más rico, tiene menos pobres y crecen los millonarios. Es más democrático y menos desigual.
En un país donde la implementación del socialismo a sido un éxito, envidiado hasta por Europa y Estados Unidos por su casi nulo desempleo. Por el momento son más las preguntas para entender lo que está aconteciendo que las respuestas a las mismas.
Los gastos del Mundial, pese a ser altos ($12 mil millones de dólares), no representan un desfase para una economía que en realidad es gigantesca, y además la mayoría de las obras quedarán como infraestructura para el futuro (y son financiadas con fondos privados). Pero la percepción de los ciudadanos es que ha habido un inmenso dispendio y su retórica es de suma cero: lo que se gastó en el Mundial se le restó al pueblo.
La verdad es que Brasil invierte grandes recursos en programas sociales, que además son de los más exitosos del mundo entero. Ciertamente, tiene que poner atención en cosas tan básicas como un transporte público digno, mejores hospitales y mayores oportunidades educativas. Eso le redituará más a cualquier gobierno, en Brasil o en cualquier otro mercado emergente.
Rousseff ha dicho que tiene “absoluta certeza” de que el pueblo “hará lo de siempre”: ver los partidos con amigos y familiares, “hinchando por nuestra selección”. Sus servicios de inteligencia le deben haber informado que éste puede ser el curso de las acciones. Pero también existen los otros escenarios, y por ello decidió no acudir a la inauguración.
La pasión y la razón no están reñidas en Brasil. La gente ama el fútbol por encima de todas las cosas y disfrutará del Mundial como merece la ocasión en la espera de obtener una 6ta copa.
