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FELIPE VI REFUERZA LA MONARQUIA CON MEDIDAS DE RENOVACIÓN

La primera vez que Don Felipe pronunció la palabra relevo ante los periodistas fue en enero de 2011, cuando cumplió 43 años. Hasta ese momento, tanto él como su padre, Don Juan Carlos, respondían con bromas cuando se hacía referencia a una supuesta sucesión. Aquel día La Zarzuela había convocado a un grupo de informadores en Palacio. Además del aniversario del Heredero de la Corona, se cumplían 25 años de su mayoría de edad y de la jura de la Constitución en el Congreso de los Diputados.

A la reunión se sumó el Príncipe por sorpresa, algo nada habitual (desde entonces, no ha vuelto a ocurrir), y Don Felipe compartió con los periodistas una serie de reflexiones sobre su formación académica y militar y su experiencia como Heredero. Sin que nadie le planteara el asunto del relevo en la Corona, Don Felipe empezó a referirse a esta cuestión.

Relató que Don Juan Carlos quería que la sucesión se abordara con normalidad y previsibilidad, aunque en ese momento, aclaró, no había ninguna operación de abdicación en marcha ni ninguna aceleración del proceso del relevo. En ese contexto, Don Felipe reafimó su compromiso como Heredero y dijo que, aunque no tenía prisa por ser Rey, estaba dispuesto y a la orden para asumir con toda la responsabilidad la Jefatura del Estado cuando llegará el momento.  También avanzó que su objetivo era mantener su ritmo de actividad a velocidad de crucero. Tienes que trabajar así, para llegar al momento equis en las mejores condiciones, afirmó.

Hace tres años

Ese mismo año, pero once meses después, en diciembre, Don Felipe anunció en público por primera vez su deseo firme y permanente de adecuar la corona a los tiempos modernos. Cuatro semanas antes había estallado el caso Nóss y, aunque en aquel momento todavía no se habían desvelado todos los detalles que se conocerían después, el entonces Príncipe marcó distancia con aquel episodio y afirmó que su ambición era honesta y transparente.

Tres años y medio después de aquella reunión en La Zarzuela, el relevo es una realidad y la renovación de la monarquía está en marcha. En apenas 45 días, el nuevo Rey ha introducido once medidas para adaptar la Corona a los nuevos tiempos y evitar que los errores del pasado se repitan. Pero también para reforzar el control de las personas y las cuentas, la integridad, la honestidad y la transparencia, y conseguir que la Institución se haga «acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones», según explicó el Monarca en su discurso de proclamación.

Con ese fin, Don Felipe ha establecido el principio de que los miembros de la Familia Real solamente puedan desarrollar, con carácter de exclusividad, actividades de naturaleza institucional. Además, solo podrán realizar las actividades institucionales que les encargue el propio Rey. También ha querido Don Felipe introducir un mayor control sobre los regalos que reciba la Familia Real, y, antes de que acabe el año, se aprobará una disposición que regulará el régimen jurídico de los obsequios. El personal que trabaja en la Casa del Rey se someterá a un código de conducta que incorporará principios de buen gobierno, y que estará redactado en los próximos meses.

Además de medidas, Don Felipe ha hecho gestos dirigidos a integrar las «distintas formas de sentirse español porque unidad no es uniformidad, según sus propias palabras. Los ha tenido con la Iglesia, las víctimas del terrorismo, los militares, las Fuerzas de Seguridad del Estado, los jóvenes (el sector menos afecto a la Monarquía, según las encuestas) y las entidades solidarias, incluidas las que defienden a los gays, lesbianas y transexuales, que han asistido por primera vez a un acto de la Corona.

Ha cambiado el formato de algunos actos, como la sustitución de cenas reducidas por amplias recepciones para buscar la cercanía con los ciudadanos. También ha introducido la libertad de elección de símbolos en las ceremonias, de forma que quienes juren o prometan ante él puedan elegir si quieren hacerlo en presencia de un crucifijo y de la Biblia o solo de la Constitución. Y ha empezado a dirigir discursos improvisados de varios minutos de duración en algunos actos. Son intervenciones personales, sin contenido oficial, que no tienen que ser refrendadas por el Gobierno, pero que le permiten darse a conocer mejor.

En cifras, el balance del primer mes y medio del reinado es el siguiente:el Rey ha realizado cinco viajes internacionales (Vaticano, Portugal, Marruecos, Francia, y hoy estará en Bélgica), ha asistido a 17 actos oficiales, ha concedido 16 audiencias y ha pronunciado 11 discursos. En España, además de visitar Cataluña, que fue la primera Comunidad a la que viajó tras su proclamación, ha acudido a actos en Zaragoza, Valladolid, León, Cádiz y Santiago de Compostela, y esta noche se trasladará a Palma de Mallorca, donde alternará el descanso y el deporte con la actividad institucional. Ha recibido al presidente del Gobierno, a las altas autoridades del Estado y al líder de la oposición; y ha cumplido con las funciones que le atribuye la Constitución. Además, no ha cometido un solo error. De hecho, desde su proclamación, el movimiento republicano ha enmudecido.

A la espera de las encuestas

Tanto las medidas que ha adoptado como los gestos que ha tenido con los distintos sectores y su propia agenda de trabajo han sido minuciosamente preparados. No ha habido improvisación, aseguran fuentes de la Casa del Rey, que se muestran satisfechas con el resultado de los viajes internacionales, por la buena acogida que dispensaron a los Reyes, pero que no quieren hacer balances del inicio del reinado: Quienes lo tienen que hacer son los ciudadanos, dicen. A la espera de que se conozcan los resultados de las primeras encuestas, las percepciones son buenas y Don Juan Carlos ha transmitido a su hijo su satisfacción por cómo están saliendo las cosas.

ABC