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La OPEP y la Revolución Francesa, por: José Toro Hardy

Los miembros de la OPEP, reunidos en Argelia, acaban de anunciar un “preacuerdo”, para prevenir una caída libre de los precios petroleros. Se trata de algo tentativo, que dista mucho del pacto que nos venía anticipando el Presidente. Cualquier decisión final surgiría de la reunión de la OPEP en Viena el 30 de noviembre de este año.

Después de haberse alcanzado en el Siglo XXI precios del petróleo nunca antes soñados, ocurrió lo que tenía que ocurrir: se desmoronaron, tal como se desmoronaron posterior a las abruptas alzas que experimentaron en 1974 a raíz del embargo petrolero árabe y en 1979 después de la caída del Shah de Irán. Esa es la lógica del mercado. A cada aumento excepcional sigue una caída. Es una lección que no entendió el presidente Chávez quien creyó que el petróleo seguiría aumentando para siempre.

Hace años me comentó que hacia el 2015 el petróleo habría superado los 200 dólares por barril. Nunca se imaginó la debacle que vendría.

“Après moi le déluge” (después de mí el diluvio) solía decir decir Luis XV, monarca absoluto de Francia muerto en 1774. Y efectivamente el diluvio se le vino encima a su sucesor -Luis XVI- quien terminó guillotinado por la Revolución Francesa en 1789, pocos años después de heredar la corona.

El diluvio
Ese mismo diluvio es el que se le está viniendo encima al sucesor de Chávez. La caída del precio del petróleo, sumada a la destrucción de Venezuela y de Pdvsa consumadas en los últimos tres lustros y que se manifiesta hoy entre otras cosas en un derrumbe de la producción petrolera, ponen en evidencia la imprevisión de un régimen a quien la diosa de la fortuna brindó todas las oportunidades.

Ese régimen cree que podrá frenar el diluvio con un nuevo acuerdo de recorte de producción petrolera de países OPEP y no OPEP que devuelva los precios a niveles que salven su revolución. Todo indica que se va a quedar con los crespos hechos.

Veamos: ¿qué fue lo que se convino en la reunión preliminar de Argelia?

Se llegó a un “preacuerdo” para estudiar un eventual recorte de hasta 700.000 barriles diarios que se propondría en la reunión de la OPEP que tendrá lugar en Viena el 30 de noviembre de este año.

¿Cómo se distribuiría ese recorte entre los países miembros? Ahí comienzan las dificultades. Irán, cuya producción petrolera ha caído bruscamente debido a las sanciones internacionales de que fue objeto (porque se temía que estuviera desarrollando armas nucleares) ya le está restando relevancia a los anuncios de Argelia. Levantadas las sanciones, sigue pregonando que elevará su producción hasta 4 millones de barriles diarios. Arabia Saudita, enemigo mortal de Irán desde hace más de 1.336 años por razones religiosas -recordemos que uno es sunita y el otro shiita- no está dispuesta a mover un dedo que ayude a su adversario. Si Irán no recorta producción, Arabia Saudita tampoco lo hará. Iguales dificultades para recortar confrontan Nigeria, Libia e Irak.

Si en noviembre la OPEP no decide recortar, Rusia -no OPEP-, no está dispuesta a congelar su producción. De hecho, los tímidos aumentos de precios que resultaron de los anuncios de Argelia, ya comenzaron a revertirse y el petróleo nuevamente está bajando.

¿Subirán los precios?

Ahora bien, suponiendo que todo salga bien y se recorte la producción en 700.000 b/d, ¿alcanza eso para que suban los precios? La realidad es que no. Serviría, sí, para impedir una guerra de precios. Y eso es todo lo que quiere Arabia Saudita, que teme que una manipulación más audaz de la oferta que haga subir los precios sirva para estimular nuevamente la producción de petróleo de lutitas vía fracking en EEUU.

Y ¿cómo queda Venezuela en todo esto? Pues bien, nuestra producción ya ha caído en más de 230.000 b/d en los primeros 7 meses del año. No le basta al país que los precios se mantengan; necesitaría fuertes aumentos. Recordemos que el ingreso petrolero es una combinación de cuánto petróleo se produce y a qué precio se vende. Si el precio llegase a aumentar tímidamente a costa de una disminución de la producción, el efecto neto sería nulo.

No pareciera pues que en Venezuela se pueda impedir el diluvio vía un aumento de los precios petroleros a través de un recorte de producción que quizá pueda aprobar la OPEP el 30 de noviembre. El diluvio ya llegó en forma de difteria, malaria, escasez de alimentos y medicinas, inflación, caída del PIB, cierre de empresas, aislamiento internacional, delincuencia, inseguridad jurídica, desconocimiento de las instituciones y de la Constitución y de las demás siete plagas bíblicas que este régimen le ha traído a Venezuela. Al revisar las lecciones que nos depara la Revolución Francesa, el mayor interesado en una salida pacífica vía Referendo debería ser el régimen.