Inicio > Entretenimiento > LOS ZAPATICOS ME APRIETAN, POR JESÚS ELORZA GARRIDO

LOS ZAPATICOS ME APRIETAN, POR JESÚS ELORZA GARRIDO

La abuela estaba súper emocionada, porque iba a llevar al nieto a su primer día de clases. Con mucha ternura, lo vistió con el uniforme que le habían pedido: franelita y gorra de color rojo. Esta igualito que tú papá cuando le toca ir, como miliciano que es, a las marchas o concentraciones del partido. Luego, de desayunar, salieron de la casa, para tomar el autobús que los dejaba enfrente del “Simoncito”.

Al  llegar, muy orgullosa, se lo entregó a la maestra y se quedo a observarlo, para ver su comportamiento en las diferentes actividades. Formados en su patio, tocaron el Himno Nacional y para sorpresa de la abuela, las gloriosas notas eran interpretadas, nada más y nada menos que por el difunto Presidente Chávez. Sin salir de su sorpresa, pensó que, ello era como un homenaje al personaje. Pero, su asombro siguió en aumento, cuando la letra del himno era modificada y  escuchó al finado, arengando a los niños para que lo acompañaran en el coro de “Patria Querida” algo así como un nuevo himno revolucionario. Maestros y maestras, con lagrimas en los ojos, le susurraban a los niños: “Patria, patria, patria querida….”

Lo que veía y escuchaba, no le agradó en lo mas mínimo y casi se desmayó, cuando el director del plantel, tomó el micrófono para preguntarles, a los alumnos,  a grito limpio:
– ¿Pioneros, como será el hombre nuevo?
Y la respuesta de los niños, no se hizo esperar:
– ¡Queremos ser como Chávez! ¡Queremos ser como Chávez!
Todo el cuerpo profesoral, al igual que los magistrados del TSJ, gritaban desaforados:
Chávez vive, la lucha sigue!

¿Qué vaina es esta? se preguntaba la abuela y decidió quedarse para ver que iban a hacer con su nieto en el salón de clases. Sentaditos en sus mesas de trabajo, la maestra orientó a sus niños a recitar unos poemas que les había preparado para la clase del día:

“Los zapaticos me aprietan, las medias me dan calor, pero siempre llevo, a Chávez en mi corazón.
Arroz y leche, yo puedo encontrar, en los estantes, si voy a Mercal.”

La presión arterial de la abuela alcanzó niveles de infarto y buscó en su cartera la pastilla para controlar los estados hipertensivos. Mas calmada, vio que ahora le tocaba a su nieto, la clase de educación física y pensó que allí no iba a ver esa aberración de adoctrinamiento, que había notado en las actividades anteriores. Pero, estaba equivocada. El juego que organizó el profesor fue una versión revolucionaria de “Policías y Ladrones” pero ahora todos unidos contra los escuálidos. En el bizarro espectáculo, los niños imitaban a los policías lanzando gases lacrimógenos contra los estudiantes y otros imitaban estar manejando una moto con capuchas en la cara  para arremeter contra los manifestantes, y el maestro de deporte le otorgaba una medalla por cada escuálido detenido.

Al terminar, las clases, la abuela agarró a su nieto y salio despavorida del local. En el camino, le brindó un helado para distraerlo un poco y se llevó otra sorpresa cuando lo escucho decirle:
– ¡Que eso era un gusto pequeño burgués!.
– Ave María purísima -exclamó la abuela.
– Pero, bueno Nana, vas a seguir con ese opio del pueblo, que es la religión.
– Muchacho del carajo a ver si respetas….vámonos pa’ la casa.

– Mire mijo -le dijo la abuela a su hijo miliciano- usted creció en esta casa y siempre se le respetó su forma de pensar. En este hogar siempre prevaleció la tolerancia. Su padre y yo, luchamos contra la dictadura Perezjimenista y a pesar de las dificultades siempre nos sentimos orgullosos del sistema democrático. Jamás vimos que las instituciones educativas funcionaran como una maquina lavadora de cerebros, que busca imponer el pensamiento único, el partido único y el Líder Único. Por el contrario, usted hijo mío es una muestra de ello, optó por seguir al comandante Chávez, en  su golpe de estado contra la democracia y a pesar de no comulgar con sus ideas aquí en este hogar siempre se le respetó su forma de pensar. A mi nieto, lo están adoctrinado en una edad donde no se puede defender de esa aberración educativa,  pero yo si voy a pelear por él,  si usted no lo hace, allá usted con su consciencia.

Al día siguiente, la abuela, su hijo  y su nieto, marchaban por las calles de Caracas junto a miles de venezolanos que a una sola voz decían: Y no, y no, y no me da la gana, una educación, igualita a la cubana.