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Pese a la crisis, la tradición de los disfraces se mantiene

El Carnaval siempre ha sido una fecha para disfrutar y compartir con la familia, usualmente los venezolanos aprovechan la ocasión para ir a la playa, el parque, el cine o quedarse a descansar en casa. 

Sin embargo, en los hogares con niños el carnaval se transforma en otro tipo de celebración con caramelos, caravanas, y especialmente disfraces son el ritual general de los padres.

“Mamá quiero el de Frozen”, comentaba una niña animada mientras jalaba la blusa de la madre. “Cómprame el de Iron Man”, suplicaba un niño de 5 años en el centro de la ciudad, a la vez que sus padres se alejaban y colocaban sus ojos en blanco luego de preguntar el precio.

Ciertamente la inflación afecta muchos aspectos en la vida de la ciudadanía, y parece que el carnaval no escapa de ello. “Uno no deja de comprarle las cosas a los niños, porque es lo que estamos viviendo, uno no puede dejar la tradición”, precisó Vanesa Brito. La madre de una niña de unos seis años explicó que prefiere hacer el sacrificio de comprarlo a mandar a confeccionarlo con una costurera, pues el alto costo de las telas transforma en doble el gasto. Otros prefieren acudir a una persona de confianza que pueda hacerles el traje, y de esta manera economizar.

Con información en El Carabobeño.