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¿El legado? Las mafias en la venta de boletos nacionales e internacionales

Una pareja de recién casados llega a Caracas desde Lima, Perú, con la idea de abordar el próximo avión con destino a Puerto Ordaz. Mauricio y Marianella llegan al primer “counter” y reciben por respuesta un “no hay definitivo”. Y le siguió: “Hasta a mediados de febrero”.

Sorprendidos, ellos se dan a la tarea de ir de una compañía aérea a otra que ni opción de lista de espera tenían. Intentaron formarse en una fila buscando el milagro de abordar y nada. Durmieron dos noches en Caracas, fueron a las agencias de viajes y a las oficinas centrales de las aerolíneas sin lograr un boleto.

Sin embargo, a las afueras de una de las oficinas una persona les recomendó que llamaran a José, un coordinador de una agencia de viajes compadre del gerente de una aerolínea. Los peruanos, por temor a ser estafados, lo obviaron. Decidieron entonces llamar al promotor de viajes con la que habían reservado un tour en la Gran Sabana para pedir ayuda; de lo contrario, tenían que cancelar sus vacaciones.

Efectivamente le ofrecieron la misma solución. Les dieron el número telefónico de un contacto que está en Maiquetía que de inmediato los monta en el avión. Así fue, lo llamaron y les conseguía para el mismo día por la suma de 15 mil bolívares los dos, y solo la ida, cuando el precio oficial es 1.500.

Mauricio y Marianella no quisieron arruinar sus vacaciones y optaron por negociar, desembolsillaron prácticamente 100 dólares, sin saber cómo harían para regresar. En un sobre le dieron el número de localizador. Marianella cuenta que Mauricio se dio por estafado, pero todo ocurrió allí cerquita del “counter” (mostrador).

Cuando despegaron y vieron la mitad del avión con asientos disponible se preguntaron: ¿Y entonces, por qué no hay boletos?, ¿por qué no embarcan a las personas que hacen cola?. La respuesta más directa la dio, recientemente, el periodista José Vicente Rangel, en su programa que transmite en Televen, quien denunció presuntas irregularidades en la venta de boletos aéreos de la línea estatal Conviasa.

Aseguró que un grupo de personas que conoce el sistema y sus vulnerabilidades, mantiene el control de la venta de boletos y “bloquean los cupos disponibles en los aviones, con la finalidad que ninguna agencia de viaje, ni agentes de ventas en el exterior puedan vender asientos”.

“Esto hace que a través de las oficinas de venta de la aerolínea, se le facilite a los usuarios el boleto de avión tipo favor, lo cual trae como consecuencia que esos usuarios por lo general ya contactados paguen el valor del boleto más un plus considerable. Lo corrobora el hecho que todos los días hay vuelos que salen con asientos vacíos porque casi ninguna agencia tiene acceso a la venta de boletos mientras existen listas de esperas de pasajeros”.

Dijo que esta y otras irregularidades ocasionan pérdidas millonarias para la aerolínea del Estado, por lo que pidió que la misma debe ser investigada a fondo, al igual que en otras compañías que realizan esta práctica habitual. La tesis la corrobora la zuliana Alicia Faneite: “Acabo de comprar para dentro de un mes a Argentina por Bs. 65 mil ”.

La noticia le dejó los ojos cuadrados a su agente de viaje. “¿Cómo hiciste”. Se repite la historia: un contacto. El amigo de una compañera de trabajo que es comadre del gerente de la aerolínea se lo vendió. Lo peor fue que cuando le dio la factura, el boleto costaba oficialmente 10 mil bolívares menos”.

Y la maraña puede ir de 10 mil hasta 30 mil, dependiendo de la inmediatez del viaje y el destino. Por ejemplo, para ir a España ya cuesta entre 105 y 120 mil. Mientras otras aerolíneas solo están ofertando la venta en dólares, en efectivo o por transferencia.

“Dos amigos compraron el boleto para Chile por 1.500 dólares, y uno más se unió y por medio de un ejecutivo de ventas en la aerolínea lo consiguió en bolívares, en 125 mil”, cuenta Faneite. Obviamente, no es tan fácil transar el negocio. Lo hacen con personas de confianza. Siempre hay un tercero y se hacen transferencia a una cuenta específica y la factura generada tiene otro monto.

El diputado José Antonio España, de Primero Justicia, explicó que “estas mafias abordan a los viajeros en las puertas de los aeropuertos y son quienes tienen pleno conocimiento del 10% de la lista de espera, por lo que pueden revender un pasaje hasta diez veces por encima de su valor. Esto atenta contra quien necesite viajar, porque la gran mayoría de venezolanos lo hace por trabajo o por razones de salud. Los viajes de placer o por vacaciones ocurren con mucho menos frecuencia”.

“No basta con multar una línea aérea; éstas han tolerado la existencia de las mafias integradas con funcionarios de los aeropuertos, que conectados con gestores, le revenden el pasaje a una persona que tenga una necesidad de viajar, como una mujer embarazada o a alguna persona desesperada por ir a firmar algún documento”, acotó.

A finales de noviembre del año, el Gobierno publicó en la Gaceta Oficial N° 40.550 la intervención del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (Inac). Esta medida se realizará por tres meses para la “evaluación y regularización” de la aviación privada por parte del Cuerpo Nacional contra la Corrupción. Justo la situación se agravó justo el último trimestre de 2014.

Sandra González, vicepresidenta de Avavit, aseguró que han denunciado en reiteradas ocasiones a esas personas. Hasta el momento, el Gobierno no ha puesto freno a esta práctica irregular. No hay un solo detenido. Mientras tanto, los boletos permanecen bloqueados y la única opción es un “contacto”.

Los pasajeros se quejan de la falta de información y más aún cuando se dan cuenta que el avión vuela con asientos disponibles e irónicamente despegan hasta 10 minutos antes de la hora.

Todo es un misterio. El silencio reina y ellos, los ilegales, siguen en el trono, con corona. No van encapuchados ni ocultos. Llevan hasta dos teléfonos celulares, un manojo de sobres en las manos que van entregando a los pasajeros que han dejado sus señas de distinción por un mensaje de texto.:“Tengo jean y camisa blanca, soy Luis, quien viaja a Porlamar”.

Con información de Panorama.